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Empresarios: Melquiades Rangel
Era un hombre de palabra, responsable, nos enseñó el amor al trabajo; era comprensivo, alegre, con gran calor humano, sencillo.
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Sábado, 6 de Abril de 2024

Expreso mis agradecimientos por la colaboración de su hija Isabel Cristina Rangel quien escribió la presente crónica.

Melquiades Rangel nació el 8 de enero de 1923 en Villa del Rosario, en Los Patios, entonces corregimiento, sus padres fueron Felipe Rangel y Sofía Quiñones, abuela paterna Ninfa Rangel y abuelos maternos Exequiel Quiñones y Aquilina Maldonado, sus hermanos fueron Nicolasa, Óscar, Carmen Sofía, Victoria, Alejo, Reyes y Jorge. Fue bautizado el 8 de mayo de 1924 en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, por el presbítero. Marco A. Mora M., sus padrinos Ismael Lara y Anaís Díaz. En la finca de sus padres, “Montebello”, donde se construyó la actual urbanización Montebello, pasó su infancia.

En enero de 1944 el béisbol seguía “subiendo”: En la cancha de Carora se jugaban torneos muy animados con madrinas, barras, murgas y bazares. Los equipos Alfa, Carora, Buenos Aires, Salón Blanco y Tachirense tenían sus fanáticos y los mejores jugadores eran Melquiades Rangel, Ignacio Vargas, Víctor Maravia, Koop, ‘Boy’ Rojas y Pablo Granados, liderados por Tomás Arrieta, se enfrentaban con las “novenas” fronterizas, como Los Grandes del Norte. En sus conversaciones recordaba a Tomás Arrieta, Carlos ‘Petaca’ Rodríguez, Pedro ‘Chita’ Miranda. Jugaba también en el equipo de la Guardia Nacional en San Cristóbal, tenían una adaptación de la canción: “tengo un sombrero de guama, una bandera, tenemos peloteros de fama nacional”.

Jugaba en la posición de campo corto que requiere gran agilidad y reflejos, irradiaba mucha energía alentando constantemente al equipo. En casa escuchaba los juegos en el radio transoceánico, sabía muy bien combinaciones de las jugadas.

En la década del cuarenta la plaza de mercado de Cúcuta era, si no la mejor, una de las mejores que había en el país, su construcción y dotación abarcaba la manzana comprendida entre las calles once y doce entre avenidas sexta y séptima. Estaba ubicada en el corazón de Cúcuta y era el sitio de reunión de la comunidad.

Se abría al público cuando empezaba el día y se cerraba a las cuatro de la tarde. Las gentes que tenían allí sus puestos de venta eran las más conocidas de la localidad. Fue un lugar símbolo de la época, construida por mandato del concejo de Cúcuta y dada al servicio en 1904.

El 21 de mayo de 1949 un incendio la destruyó totalmente, dejando cientos de damnificados a quien nadie ayudó. Comerciantes destacados fueron afectados como Marino Vargas, Ernesto Corzo, Luis A. Medina, Víctor Manuel González y Melquiades Rangel.

Melquiades Rangel, Belisario Rodríguez y Antonio Castrillón conformaron la Sociedad “Rodríguez Rangel & Cía. Ltda.” Le compraron a la Sra. Ana Teresa Arapé Vda. de Gamboa, posteriormente su suegra, el local “La Canastilla” ubicado en la Calle 12 entre Avenidas 5° y 6° #s 5–57, 5–59, 5-61; el cual llamaron Almacén “Los Tres Grandes”.

Los venezolanos venían a Cúcuta entre finales de los cuarenta y principios de los ochenta con dos claros objetivos: de compras y a “parrandear”; por ejemplo, el presidente Rafael Caldera, a quien atendió personalmente el 24 de septiembre de 1962.

Los Almacenes de más prestigio una vez cerrado el Rívoli de don Tito Abbo, quien se mudó a Maracaibo y que posteriormente sería el Almacén Ley, eran Los Tres Grandes en la calle 12 y el Lecs sobre la avenida Quinta al igual que La Corona.

Desde muy pequeño conoció y valoró el trabajo del comercio como fuente de ingresos y dominó las artes de la seducción en la venta, el lenguaje florido, el detalle oportuno, que lo convirtieron en un vendedor imbatible que consolidaba el gana-gana en la negociación con el cliente. Compartió ese conocimiento con todas las personas y ahora gran parte de sus “hijos, sus negritos, sus arrastradores de la Calle 12” quienes conocieron y entendieron su lenguaje particular forman la generación de relevo en el comercio cucuteño: en cada uno de sus corazones sembró amor, alegría, fue su maestro y su amigo.

El 30 de noviembre de 1950 en la iglesia de San Antonio de esta ciudad contrajo matrimonio con la señorita Ana Cristina Gamboa Arapé hija de José Agustín Gamboa Rueda y Ana Teresa Arapé, la ceremonia la celebró el presbítero Manuel Alvares.

Su vida fue el amor al trabajo calificado como un excelente vendedor, amaba su trabajo despertaba en él naturalmente esa alegría, que emanaba espontáneamente de su corazón disfrutando el arte de vivir intensamente, dejando una cultura comercial, se auto-llamaba el “Alcalde de la Calle 12” y representó una raza de comerciantes que gestaron el desarrollo de la ciudad.

Utilizaba expresiones alegres en su actividad comercial como: “dale camino”, “usted no la agarra”, “qué te pasa negrito”, “dale plan y pa’l cuartel”, sus anécdotas, el lenguaje calé, el manejo de la clave “Hermanitos” quedarán en nuestro recuerdo, en nuestro corazón y en la cultura comercial de Cúcuta.

El 4 de agosto de 1984 el Club de Cazadores S.A. lo exaltó como Socio Honorario.

Era un hombre de palabra, responsable, nos enseñó el amor al trabajo; era comprensivo, alegre, con gran calor humano, sencillo; sus principios éticos, morales, religiosos y sociales fueron pilares que nos inculcó en el diario trajinar; su ejemplo ha quedado como patrimonio moral de la familia y sus hijos tenemos el deber de enaltecer su nombre, porque cumplió el principio universal del bien que Dios sembró en los corazones de los seres humanos.

Una de sus grandes obras fue su valioso aporte a la construcción de la iglesia de San Martin de Porres ubicada en la Avenida 9a. # 2-12, barrio Callejón. Su predilección por los tangos y las milongas la disfrutaba los domingos en sus amenas manos de dominó, donde demostraba su mente despierta y vivaz. Se destacó por su alusión de los difuntos, a quienes prodigó especial devoción teniendo un altar en la casa.

Fue un hombre muy bueno de palabra, íntegro y transparente, de valores cristianos que consolidó en un matrimonio feliz con Ana Cristina a quien amó, respeto y valoró, consolidando una bella relación de 50 años, los cuales cumplieron el 30 de Noviembre del 2000; sus hijos, nietos, nueras, yernos y familiares se reunieron en una eucaristía para la renovación de sus votos en la iglesia de San Antonio, donde se casaron y su celebración fue en su residencia de la Avenida 1a. # 7-59 del Barrio Latino, la que construyó a su gusto y disfrutó gran parte de su vida. Fue una fiesta de gran felicidad, por tantos años de entrega, de apoyo mutuo, de compartir y de amarse.

El 3 de Agosto del 2001 a la edad de 78 años  murió a las 11:20 a.m. de muerte natural, el Señor lo llamó y ahora vive de cara al Dios que amó y a quien le prometió la vida: el viento del amor ha henchido las velas de su barca que vemos alejarse en la profundidad de Dios.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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