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Entre la espera y el miedo
Trato de recordar alguna novela sobre el miedo, y encuentro en mi biblioteca el libro del poeta y amigo Carlos Luis Torres “Entre la espera y el miedo”.
Sábado, 2 de Marzo de 2024

En muchas zonas de Colombia hay miedo. Que recuerde, desde las épocas de las bombas que colocaba el cartel de Medellín a inicios de los 90, no se respiraba un ambiente de tanta inseguridad como el de estos días, en los que ir a un restaurante es un riesgo. Han surgido nuevas polémicas de hasta dónde llegan los límites de actuar en defensa propia, como el de el ex oficial de la policía que reacciona, algo le falla al ladrón en su huida, y el ex agente dispara y lo mata. ¿actuó en legítima defensa o fue un homicidio? Por estos días varios penalistas opinan sobre el tema. Me recuerda aquella otra polémica, a propósito del porte de armas que ha propuesto el alcalde de Cúcuta, en la que en plena pandemia un médico que fue atacado reaccionó y mató a uno de los delincuentes, y entiendo, que esta es la hora que el médico aún anda empapelado. Por el contrario, cada día nos sorprende los reclamos de la policía que capturan delincuentes, y a los pocos se quejan de la labor de la fiscalía que a los pocos días los dejan libres.

Trato de recordar alguna novela sobre el miedo, y encuentro en mi biblioteca el libro del poeta y amigo Carlos Luis Torres “Entre la espera y el miedo”, y aparece una primera reflexión : “El hombre se ha pasado la vida huyendo y por ello no entiendo porque a los que huyen se les margina despreciándolos como cobardes. ¿Será que son muy pocos los valientes? ¿Qué tan válida es la propuesta del alcalde? ¿Así de mal estamos que el único camino que nos queda es el de armarnos? ¿Y acaso algo de eso no es lo que hoy en día le sucede a la sociedad norteamericana con los resultados catastróficos que vemos con frecuencia en los que muchachos de colegios toman un arma y propician una masacre? ¿Cuantos colombianos aún deben salir del país porque tenemos una población de ninis – jóvenes de no más de 29 años que ni estudian ni trabajan -, y para colmo cuando transitan por las calles tienen riesgos de robo?

Los interrogantes son muchos, muy complejos, en donde hasta el mismo alcalde de Bogotá empieza a sufrir en imagen – en apenas dos meses de mandato -, su imagen favorable es apenas unos puntos superior al 50%. Muy baja, sin duda que ninguna responsabilidad tiene Galán que lejos estaba de imaginar de encontrarse con tremendo lío con el que se iría a encontrar en la capital. Claudia López vendió publicitariamente una engañosa imagen de que la inseguridad de Bogotá era un tema de percepción y no de realidad. Y así están muchas ciudades en Colombia; en Medellín comienzan a enviar mensajes de alarma con lo que está sucediendo con los extranjeros que la visitan; los colombianos estamos entre la espera y el miedo como se titula el libro Carlos Torres; la espera a que sus alcaldes tomen urgentemente las medidas que recuperen la seguridad, y alcaldes sin la red de apoyo que necesitan.

¿Y qué hace el gobierno nacional frente a esta realidad? Ahí aparece otro grave problema de política pública en lo que tiene que ver con la seguridad de las ciudades. El Gobierno va por un lado, y cada mandatario en su ciudad hace lo que puede, y aquí en Cúcuta, como si ya no fuere suficiente tenemos que lidiar con las trochas ilegales. El país está descuadernado en temas de seguridad, se escucha mucho el alto nivel de desánimo de los altos mandos de Bogotá. Seguimos entre la espera y el miedo.


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