Si nos atenemos a la teoría de Peter Drucker y sus líneas divisorias, esta de la globalización, es la penúltima.
La última es la marejada desconcertante del inconformismo que protesta en la democracia electoral, que aparentemente incoherente. El Brexit inglés, el No colombiano, el éxito del populismo de Donald Trump, quien lo creyera, por los valores tradicionales y el desprecio a los controles del poder que es lo que comparte con Vladimir Putin, el califato autoritario de Erdogan en Turquía con el pretexto de la seguridad, o el éxito electoral de Duterte, el castigador de Filipinas agitando las banderas del temor, o la ratificación electoral en la India del conservador Narendra Modi que quiere exterminar los musulmanes, o los pronósticos de triunfo de Le Pen en Francia, marcan el triunfo de las incoherencias de la democracia occidental.
Y no debería ser así. La historia repite ciclos. Muchos de la modernidad los hemos vivido y entonces no debemos sorprendernos. Sí, siempre se dan las mismas causas. Mishra el politólogo hindú nos rememora en estos días el ciclo en su ensayo “Los Estados divididos”.
La inseguridad globalizada, el temor que se había desvanecido desde la caída del muro de Berlín volvió, ya no con la ansiedad de los miedos de la guerra nuclear, sino con los fanatismos culturales y los resentimientos sociales por la prosperidad que solo llega a unos pocos, además, desproporcionada, hacen que los cánticos democráticos de 1991, entre nosotros, se vuelvan utopías.
¿Habrá realmente crisis de valores? O solo reacción ante la lentitud y desigualdad en el crecimiento económico. Así como que fue la rabia alemana, la italiana, la rusa a mediados del siglo XIX. Pues esa época igual que ahora se fortaleció exageradamente el capitalismo anglosajón, mientras el racionalismo y la modernización debilitaron las religiones, destruyeron las costumbres y tradiciones. ¿La teoría de Mishra, piensa uno, hoy es un axioma?
Anthony Giddens inspirador de Tony Blair, que tanto le gusta al presidente Santos, lo cual me consta tras una charla larga en el despacho rectoral de la Universidad Libre, repetía y repite lo mismo que Mishra. La inconformidad cíclica que hoy llamamos la era de “la rabia” él la explicaba así: casi sin darnos cuenta el conocimiento y la tecnología han producido en la humanidad una sensación de vértigo, que la hace incoherente. La misma globalización ha producido un mundo desbocado.
Nosotros vivimos “La Rabia”, como cantaba Sinatra (My Way), a nuestra manera. La vivimos como nos la enseñaba Marcuse el filósofo de “Los Rabiosos, “como nos llamaban a los estudiantes rebeldes del 68.
En el 71 yo enseñaba en la UFPS e impuse como texto el “Hombre Unidimensional” que me costó la renuncia, pues me negué a cambiarlo por otro menos peligroso ante tanta presión. Los mismos alumnos de la legión de María, iniciaron la otra rabia y desde el segundo piso del edificio de la calle trece, me lanzaron orines. Tuve que renunciar, Un alto funcionario, ahora viejo como yo, me pidió excusas luego de 45 años del hecho. Otro, que ahora es pastor cristiano, lideraba la presión. Cosas de la vida.
¡Ah, la era de la rabia, también produce nostalgias!
