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‘El Eln debe comprender que estos no son los tiempos del terrorismo’

Juan Camilo Restrepo habló sobre el proceso que avanza en Quito, Ecuador, con esta guerrilla.

En los círculos cercanos al proceso de paz con las Farc, a Juan Camilo Restrepo se le reconoce el haber sacado adelante el primer punto de la negociación sobre la Reforma Rural Integral, uno de los más complejos.  

Haber jugado un papel fundamental en los diálogos de La Habana, sumado a su gran autoridad política, a su profundo conocimiento de los asuntos públicos y económicos y a su larga trayectoria en los cargos de mayor peso en el país, le sirvieron para que el presidente Santos lo designara como jefe de negociador del Gobierno en los diálogos con el Eln.

Restrepo es una autoridad en varias materias, pero su especialidad, según dicen quienes lo conocen a fondo, es el manejo de la crisis, lo que sin duda le resultará útil para sacar adelante la negociación con el grupo guerrillero, cuyo inicio se dio el pasado 7 de febrero –cinco días después de la liberación del excongresista Odín Sánchez–  tras casi tres años de concertaciones para llegar a una agenda común, 10 meses de retrasos y dos instalaciones fallidas.

La Opinión habló con el jefe negociador sobre el proceso que avanza en Quito (Ecuador). 

¿Qué tanto cree en la voluntad de paz del Eln?

A la gente hay que creerle mientras no se demuestre lo contrario. Este es un grupo que tiene voluntad de avanzar en la mesa de diálogo, pero vamos a ver cómo se demuestra esa voluntad en los hechos. No tenemos un optimismo desbordante, pero tampoco somos negativos. Somos realistas. Esta es una negociación compleja, con un grupo muy difícil.  

Los diálogos llevan apenas semanas. ¿Cómo ha sido ese inicio?

Recordemos que las negociaciones con las Farc duraron cuatro años, lo que demuestra que hay un camino largo por recorrer. En estas primeras semanas el trato ha sido cordial, todavía no hay grandes avances, pero se han hecho aspectos de procedimiento que son interesantes. Se iniciaron dos mesas de negociación, una sobre asuntos humanitarios y otra sobre cómo se haría la participación de la sociedad civil, que es un tema que se convino con el Eln.

¿Cuáles son los puntos más complejos de negociar con esta guerrilla?

Lo más complejo es hacerles comprender que si no aprovechan este momento para firmar la paz en Colombia, muy difícilmente tendrán esa oportunidad con otros gobiernos. También es muy importante que comprendan que estos no son los tiempos del terrorismo, ni del secuestro, ni de causarle agravios a la población civil. Ellos tienen que dar gestos de desescalamiento para que podamos avanzar hacia un cese al fuego definitivo y poder llegar al final del proceso; para alcanzar una reincorporación del Eln a la democracia, en donde sus reivindicaciones se puedan tramitar, no por la fuerza de las armas sino por la convicción de las ideas. 

Estando en la mesa de negociación el Eln ha seguido cometiendo hechos violentos, como el petardo de la Macarena, donde murió un policía, ¿cómo se han manejado esos temas en Quito?

Han sido recibidos con un firme repudio. Esas acciones en vez de facilitar las cosas, las dificultan y en vez de acercar un cese al fuego, lo aleja. Por el momento, estamos negociando como si no se estuviera combatiendo y combatiendo como si no se estuviera negociando, pero eso significa que las Fuerzas Militares tienen el deber de reprimir con toda la severidad posible estos hechos terroristas, con los cuales ellos creen que van  a presionar. Nosotros no vamos a firmar un cese al fuego precipitado ni inoportuno.
 
¿Está convencido de que este es el mejor esquema  para negociar?

El escenario de un cese al fuego y de hostilidades es el ideal. Hacia allá hay que apuntar, pero para hacerlo es necesario desescalar la intensidad del conflicto, moderar las acciones y eliminar las acciones terroristas del Eln; que se respete a la población civil. Cuando se genere esa confianza, llegará el momento en que el terreno esté abonado –como sucedió en el proceso de La Habana– para llegar a un cese al fuego bilateral y definitivo. 

El Eln pareciera no tener mucha intención de llegar a ese desescalamiento. ¿Qué falta para que empiecen a mostrar con acciones que sí quieren la paz?

Si el Eln no comprende, lo que va a suceder es que cada vez va a estar más alejado y más alienado de la opinión pública, el escepticismo va a aumentar y, naturalmente, la represión militar tendrá que acentuarse. El Eln tiene que entender que la única manera de llegar a un cese, es desescalando el conflicto. Pueden estar seguros de que el Gobierno no va a negociar a la carrera, ni va a pactar un cese al fuego prematuro que no tenga todas las condiciones para ser estable y duradero.  

El Eln es una estructura menos vertical que las Farc y más federada. ¿Cómo evitar las disidencias y cómo garantizar que si el proceso llega a buen puerto, todos se acojan a lo acordado?

Más que un grupo homogéneo, evidentemente el Eln es una federación de grupos, que tiene unos más violentos que otros y unos más afines a buscar la paz que otros. Esperamos que la representatividad de la mesa se vaya cohesionando. La semana pasada, por ejemplo, en la delegación negociadora de la guerrilla se incorporó un miembro proveniente del frente de Arauca. Ojalá en el caso del frente del Chocó haya una presencia más rotunda de la que hoy parece haber. Creo que va a ser un proceso lento, pero vamos hacia una mayor representatividad, como sucedió con las Farc. Al comienzo de ese proceso, el frente Sur no estaba representado y con el tiempo fue llegando a La Habana. Esperamos que aquí pase lo mismo. 

Con los inconvenientes e incumplimientos en las zonas veredales de las Farc, ¿cómo puede el Eln confiar en que se cumplirán los pactos a los que se lleguen en la mesa de diálogos?

El Eln tiene que estar convencido de que lo que se firme como acuerdos y convenios aquí en Quito, se va a cumplir. En el caso de las Farc, ha habido dificultades en algunos aspectos operativos y de logística, pero el grueso de los compromisos legales e institucionales se está cumpliendo. Por eso, el Eln debe entender que el propósito y la vocación de paz del Gobierno no es una vocación a medias, sino que está decidido a cumplir lo que se comprometa. 

¿Cómo es el día a día de las negociaciones?

Todos los días, de lunes a viernes, nos reunimos en una de las sedes de la Universidad Católica del Ecuador, regentada por los Jesuitas. Desde las 8:30 a.m. a 1 p.m. trabajamos en la mesa y en las tardes  hay comisiones de trabajo y de reacción. La novedad en este caso es que funcionan dos mesas, la de asuntos de participación ciudadana y otra de medidas para humanizar la guerra y bajarle la intensidad al conflicto. Esas mesas se atienden por tres o cuatro delegados de cada parte. La actitud de las partes es cordial, respetuosa, no hay subidas de tono, ni frases altisonantes ni agresivas, pero las posiciones de cada uno se plantean con mucha firmeza y claridad. No todos los días se llegan a acuerdos y por eso hay que estar armados de gran paciencia. Recuerdo con frecuencia la etimología de la palabra paciencia, que es la ciencia de la paz; esperamos que esto siga avanzando, no a 100 kilómetros por hora, pero por lo menos el proceso de negociación no está parado y eso es un avance. 

El 61% de los colombianos es pesimista frente a una negociación que tardó casi tres años para llegar a una agenda común y varios inicios aplazados. Si tuviéramos que hablar de apuestas en tiempo, ¿cuánto tiempo tomará llegar a un acuerdo?

No me gusta hacer apuestas ni dar fechas perentorias; el equipo gubernamental está dispuesto a ir rápido, aunque sin precipitarse, pues tenemos una línea roja muy clara que es la Constitución, la ley, los derechos adquiridos; no vamos a echar por la borda ninguno de esos derechos y esperamos avanzar tanto como sea posible en lo que le queda al gobierno Santos. 

¿Quién es Juan Camilo Restrepo como negociador?

Es alguien dotado de una gran paciencia, de un gran realismo, que no está invadido ni de optimismo fantasioso ni de pesimismo derrotista. 

Tres acuerdos de las Farc, también para el Eln

Pablo Beltrán ha dicho que del proceso con las Farc están dispuestos a aprender. ¿Qué tanto del marco jurídico y de los acuerdos alcanzados con las Farc se usarán con el Eln?

El Eln es un grupo subversivo alzado en armas diferente a las Farc. Es un grupo que tiene autonomía, autonomía que le reconoce el Gobierno. Por eso estamos comenzando esta negociación con temas que le son muy propios al Eln, por ejemplo, el de la participación de la sociedad civil, o temas humanitarios como son los asociados al secuestro, a las voladuras del oleoducto, a las tropelías con la sociedad civil que comete en algunas regiones. Pero más delante, si el proceso toma vuelo, es evidente que algunos capítulos completos de lo que se acordó con las Farc tendrán que ser aplicados analógicamente al Eln. 

¿Cómo cuáles?

El de la justicia transicional, el de las modalidades de cese al fuego con entrega posterior de armas, incorporación a la política desarmada con garantías. Muchos de esos capítulos no podrán ser cortados a la medida del Eln, cuando han sido negociados con tanto cuidado en el caso de las Farc. 

Si se llega a un acuerdo definitivo, ¿habrá refrendación popular para validarlo?

Ese tema no está bajo análisis por el momento y es muy prematuro entrar a dar una opinión al respecto. El tema de la ratificación se planteó al cabo del cuarto o quinto  año de negociación con las Farc y aquí apenas vamos a alcanzar la quinta semana de proceso. 

Acciones perpetradas por el Eln en Norte de Santander

Septiembre de 1990: la exalcaldesa de Cúcuta, Margarita Silva Colmenares, es secuestrada cuando llevaba a sus hijos al colegio. El Eln la acusaba de un supuesto abuso de poder durante su administración. Luego de cuatro meses fue liberada.

Diciembre de 1992: en el marco de una escalada terrorista perpetrada por milicianos del Eln en el nororiente colombiano, el grupo armado estalla un bus cargado con 80 kilos de dinamita frente a la Estación Cien de Policía.

Marzo de 1993: el director de La Opinión, Eustorgio Colmenares Baptista es asesinado por miembros del Eln cuando conversaba con su esposa en el balcón de su casa.

Agosto de 1997: el senador liberal, Jorge Cristo Sahium, padre del actual ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, es asesinado en momentos en que ingresaba a su oficina, en el centro de Cúcuta, y a tan solo dos meses de las elecciones locales.

Abril de 1999: guerrilleros del Eln secuestran el Fokker 50 de Avianca que cubría la ruta Bucaramanga-Bogotá, en el que viajaban 40 personas, entre ellas el entonces representante a la Cámara, Juan Manuel Corzo. Dos años después, en 2001, fue dejado en libertad.

Marzo de 2003: una caja con 30 kilos de explosivos ubicada en el parqueadero del Centro Comercial Alejandría estalla pasadas las 9:00 de la mañana, dejando 13 personas muertas y decenas de heridos. El hecho fue atribuido a Jorge Alberto Durán García, ‘Tyson’.

Febrero de 2009: miembros de la Compañía Francisco del Eln emboscaron una patrulla de la Policía que atendía una balacera en el sector La Curva, municipio de Convención, y le produjeron la muerte a cuatro uniformados y dos civiles.

Junio de 2010: el mismo día en que Colombia elegía, por primera vez, a Juan Manuel Santos como presidente de Colombia, el Eln dio muerte a siete policías en el corregimiento Tres Bocas, en Tibú.

Mayo de 2013: en el sitio conocido como el Cagüey, vereda Presidente, en Chitagá, guerrilleros del Eln emboscaron a un grupo de soldados del Batallón de Artillería No 5 C.T José Antonio Galán, que prestaba seguridad a ingenieros militares que trabajaban en la vía. Once uniformados murieron.

Septiembre de 2014: dos contratistas de Ecopetrol que adelantaban labores de inspección en el oleoducto Caño Limón Coveñas son asesinados por francotiradores del Eln.

Septiembre de 2015: el abogado ocañero Ramón José Cabrales, alto consejero para la Provincia de Ocaña, es secuestrado al salir de una finca de su propiedad. En marzo de 2016 el funcionario quedó en libertad, luego de que su familia pagara una alta suma de dinero por el rescate.

Febrero de 2016: como antesala al paro armado decretado por tres días, el Eln ataca  con explosivos un grupo de policías que se encontraba en el parque Lineal, de Cúcuta.

Febrero de 2017: la caravana en la que se desplazaba desde El Carmen hasta Ocaña el gobernador William Villamizar y su equipo de trabajo fue hostigada con disparos y un artefacto explosivo. El ministro de Defensa adjudicó el hecho a la guerrilla del Eln. 

Marzo de 2017: miembros del Eln atacaron a bala la estación de policía de San Calixto, dejando un policía herido y varios daños materiales. 

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Domingo, 26 de Marzo de 2017
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