La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

La Gran Guerra convirtió a EEUU en potencia mundial

La Primera Guerra Mundial hizo que esta nación desarrollara un nuevo papel en el mundo.

Estados Unidos entró el 6 de abril de 1917, hace un siglo y once días, en la Primera Guerra Mundial, lo que lo convirtió en una potencia mundial mientras las naciones europeas quedaban atrapadas en un conflicto que dejó millones de muertos y arrasó el Viejo Continente.

El 6 de abril de 1917 Estados Unidos puso su poderosa industria y su numerosa mano de obra al servicio de la guerra contra Alemania, inclinando así la balanza del conflicto, conocido entonces como la Gran Guerra.

La Primera Guerra Mundial fue claramente el punto de inflexión para que Estados Unidos desarrollara un nuevo papel en el mundo, marcando el comienzo de un siglo de compromiso con la promoción de la democracia”, apunta Jennifer Keene, experta en la materia de la Universidad de Chapman, en California.

Desde que estalló la guerra en 1914 los estadounidenses la siguieron con atención, y en su mayoría se mostraron a favor de la neutralidad. 

Pero la opinión pública cambió con el hundimiento del transatlántico ‘Lusitania’ en mayo de 1915. El buque británico iba de Nueva York a Liverpool, cuando un submarino alemán lo torpedeó, matando a 1.201 pasajeros, 128 de ellos estadounidenses.

“Parece inconcebible que tengamos que abstenernos de tomar medidas en este asunto, porque no nos debemos solo a la humanidad, sino a nuestra propia dignidad”, dijo entonces al diario The New York Tribune el expresidente de Estados Unidos, Teddy Roosevelt, un influyente político que estaba a favor de los aliados.

Proaliado pero neutral   

Aunque la opinión pública se inclinaba por los aliados, la mayoría de los estadounidenses insistía en la neutralidad.

El entonces secretario de Estado, Williams Jennings Bryan, llegó a renunciar en junio de 1915, por considerar excesivamente beligerante el tono del presidente Woodrow Wilson, frente a Alemania.

No obstante, miles de voluntarios estadounidenses pelearon por la causa de los aliados, alistándose en las fuerzas militares francesas, británicas y canadienses.

A Roosevelt le preocupaba que la derrota de los aliados derivara en la ocupación alemana de partes de Canadá, así como de territorios que franceses y británicos tenían en el Caribe. Y consideraba que la neutralidad hacía más probable el ingreso de Alemania en el continente americano.

“Los estadounidenses tenían mucho tiempo para pensar sobre lo que querían hacer, pero no podían ponerse de acuerdo”, considera Michael Neiberg, del Army War College de Estados Unidos.

Wilson, que luchó por mantener la neutralidad, obtuvo la reelección en noviembre de 1916 con el lema: “Él nos mantuvo fuera de la guerra”. 
       
Un telegrama, submarinos y revolución 

A principios de 1917, tres acontecimientos motivaron un cambio. El 16 de enero el secretario de Relaciones Exteriores de Alemania, Arthur Zimmermann, envió un telegrama a su embajador en México para que propusiera una alianza militar al país, que podría recuperar el territorio perdido en una guerra con Estados Unidos y recibiría oro y armas alemanas. 

Pero la inteligencia británica interceptó el mensaje y se lo entregó a Washington. Su publicación escandalizó a los estadounidenses.

Por otro lado, el 1 de febrero Alemania reanudó la guerra submarina, hundiendo buques mercantes en aguas internacionales.

Los alemanes consideraban que si lograban hundir suficientes barcos, podrían provocar escasez y hambruna en Inglaterra e inclinar la guerra a su favor. En los días siguientes hundieron tres barcos mercantes estadounidenses, lo que aumentó la indignación de los norteamericanos.

Los estadounidenses “no vendrán”, dijo confidencialmente a un comité parlamentario de Alemania el almirante de ese país Eduard von Capelle. “Nuestros submarinos los hundirán. Porque Estados Unidos desde el aspecto militar no significa nada”.

Por último, en medio del caos y la revolución, el zar Nicolás II de Rusia abdicó el 15 de marzo y entregó el poder a un Gobierno Provisional.
       
“Seguro para la democracia”

El ataque de Alemania a los submarinos “es una guerra contra la humanidad”, dijo Wilson en un discurso ante el Congreso el 2 de abril en el que pidió declarar la guerra. “El mundo debe ser un lugar seguro para la democracia”, proclamó.

Pero el pequeño y poco equipado ejército de Estados Unidos no estaba preparado para la contienda, y hacía décadas que no había librado combates importantes.

Entrenadores franceses y británicos se apresuraron a adiestrar a las tropas. Hacia el final de la guerra, en noviembre de 1918, se habían movilizado más de cuatro millones de estadounidenses. 

El general norteamericano John Pershing aterrizó en Francia en junio de 1917 con 14.000 soldados. Lo siguió un flujo constante de inexpertos pero entusiasmados soldados.

La campaña submarina de Alemania fracasó cuando los Aliados empezaron a agrupar sus buques en convoyes custodiados por buques de guerra. 

“No hay duda de que Estados Unidos hizo una contribución fundamental para la victoria”, dijo Keene, “pero la victoria en la Primera Guerra Mundial fue un esfuerzo de la coalición aliada, Estados Unidos no habría ganado sin los franceses y los británicos, ni al contrario”.

La paz provocó un nuevo debate: ¿los intereses de Estados Unidos se protegen mejor trabajando con organizaciones internacionales o en solitario? “Ese es un debate que todavía tenemos”, señaló Neiberg.

Muertes innecesarias 

La Primera Guerra Mundial representó una de las guerras más destructivas de la historia moderna. Como consecuencia de las hostilidades murieron casi diez millones de soldados, cifra que supera ampliamente la suma de las muertes de militares de todas las guerras de los cien años anteriores. Si bien es difícil determinar con precisión las estadísticas de las bajas, se calcula que 21 millones de hombres fueron heridos en combate. 

Las enormes pérdidas a ambos lados del conflicto, en parte, fueron el resultado de la introducción de nuevas armas, como la ametralladora y el gas, así como el hecho de que los jefes militares no adaptaron sus tácticas a la naturaleza crecientemente mecanizada de la guerra. 

La política de desgaste, particularmente en el frente occidental, les costó la vida a cientos de miles de soldados. El 1 de julio de 1916, la fecha en que se produjo la mayor pérdida de vidas en un solo día, en Somme, solo el ejército británico, sufrió más de 57.000 bajas.

Alemania y Rusia registraron la mayor cantidad de muertes de militares: aproximadamente 1.773.700 y 1.700.000, respectivamente. Francia perdió el 16% de sus fuerzas movilizadas, la tasa de mortalidad más alta en relación con las tropas desplegadas. 

Ningún organismo oficial llevó una cuenta minuciosa de las pérdidas de civiles durante los años de la guerra, pero los estudiosos afirman que 13 millones de no combatientes murieron como consecuencia directa o indirecta de las hostilidades.

La mortalidad de las poblaciones de militares y civiles llegó al punto máximo al final de la guerra con el brote de la “gripe española”, la más mortífera epidemia de influenza de toda la historia. 

(El 6 de abril de 1917, EEUU, que hasta entonces había mantenido una posición neutral en el conflicto, declaró la guerra a Alemania. Después, también se incorporaron, por parte de la Entente, China, Grecia, Brasil, Cuba, Panamá, Liberia y Siam.)

Primera Guerra Mundial

El pretexto para el inicio de la “Gran Guerra” (era así como se llamaba a la Primera Guerra Mundial antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial) fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austro-húngara, y de su esposa, la archiduquesa Sofía, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, por parte de una organización nacionalista serbia. ‘Mano Negra’ dio inicio a las hostilidades, que comenzaron en agosto de 1914, y continuaron en varios frentes durante los cuatro años siguientes. 

El presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, fue reelegido en 1916 con el eslogan “nos mantuvo afuera de la guerra”. Otra frase que gustó mucho por la época fue “Estados Unidos primero”.

En Europa, los bandos estaban enfrascados en una guerra de trincheras, con bombardeos constantes y ataques con gases en el norte de Francia y Bélgica. Algunos días había miles de bajas en una carnicería sin precedentes.

El 11 de noviembre de 1918 fue firmado el Armisticio de Compiègne entre el Imperio alemán y la Entente, que, de hecho, puso fin a la guerra.

El 18 de junio de 1919 se firmó en el Palacio de Versalles, en París, el tratado que oficialmente puso fin a la guerra entre los aliados y Alemania. Tras la firma, Alemania perdió parte de su territorio, pues tuvo que devolver Alsacia y Lorena a Francia, Schelwig a Dinamarca, parte de Silesia a Polonia, así como la Posnania y la Prusia Oriental. 

Además, se le impuso el pago de una indemnización por los daños causados a las potencias vencedoras, también se le obligó a reducir su ejército y a desmilitarizar la zona del Rin, zona que los aliados ocuparon como garantía del cumplimiento del tratado. Alemania, además, perdió también todos sus territorios coloniales.

Resumen de medios

Image
La opinión
La Opinión
Domingo, 16 de Abril de 2017
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día