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Evacuados por incendios en Chile temen por sus casas

Algunos habitantes trataron de detener con ramas las llamas.

Las profundas y empinadas quebradas de la cordillera dificultaba el lunes el trabajo de los brigadistas que buscan apagar el suelo ardiendo, mientras que centenares de evacuados temían por sus viviendas tras el rebrote de uno de los incendios forestales que consumen el centro sur de Chile.
 
Unas 200 familias de zonas precordilleranas en Portezuelo esperaron angustiadas el amanecer del lunes para saber si sus viviendas, que debieron evacuar rápidamente, fueron calcinadas o no al reactivarse con fuerza uno de los 58  siniestros.
 
El alcalde de Portezuelo, Rene Schuffenegger, realizaba un recorrido por las áreas evacuadas y buscaba determinar el número de casas afectadas, aunque en declaraciones a The Associated Press dijo que tenía informes preliminares de solo tres o cuatro viviendas devoradas.
 
A primera hora, varios lugareños de Portezuelo trataron de detener con ramas las llamas que se acercaban a sus invernaderos pero perdieron la batalla, en tanto que muchos bomberos están viajando a colaborar a las zonas amagadas con uniformes que no son los apropiados para combatir incendios forestales.
 
Ese es el caso del capitán de bomberos Jorge González y 42 voluntarios que llegaron desde Arica _en pleno desierto de Atacama_ a Portezuelo, 430 kilómetros al sur de Santiago. Consultado por AP, González precisó que como sus uniformes no tienen las capas necesarias para este tipo de siniestros se quedan un poco más atrás que sus colegas de la zona.
 
Muchas familias que viven entre escarpados cerros, en medio de bosques y que no aparecen mucho en televisión como las demás áreas afectadas, empezaron a bajar hacia las orillas de las carreteras y se instalaron con pequeñas carpas y carteles que dicen: "Necesitamos ayuda".
 
En la localidad de Huillín, Fernando Hernández dijo que "a mí no me quedó nada, puramente lo puesto", mientras Jenny Garrido aseguró que lleva dos días a la orilla de una carretera junto a su familia y precisó que, "estamos sin luz, sin agua, sin baño".
 
Explicó que no acuden a albergues porque "si nos quedamos allá no vamos a conseguir nada, porque se recolecta todo allí en el albergue y cuando uno va necesitando, va pidiendo... si salimos de acá no vamos a conseguir nunca la casa" que perdieron.
 
Florinda Chamorro, con su marido y sus dos cuñados, están en una carpa individual a la espera de una mano amiga.
 
Las comunas y localidades más afectadas, desde donde los enviados de televisión transmiten en directo, ya no tienen donde guardar ayuda y hay temor porque se vaya a perder comida, especialmente frutas y verduras.
 
Unas 19.500 personas _la mayoría militares y policías_ incluidos más de 500 brigadistas de más de una decena de países que viajaron a Chile a arriesgar sus vidas por ayudar a desconocidos, ya están combatiendo los siniestros que han consumido 336.520 hectáreas de la zona centro sur chilena con saldo hasta el momento de 11 muertos, según cifras del gobierno chileno.
 
Los vientos del centro sur del país reactivan con facilidad algunos de los 55 incendios considerados por la Corporación Nacional Forestal, CONAF, como controlados. Las lenguas de fuego ya no están, pero debajo de la tierra las raíces de la vegetación sigue ardiendo, por lo que un poco de oxígeno aportado por rachas de viento y empiezan nuevamente a arder.
 
La difícil geografía de cordillera y miles de hectáreas de bosques quemados que mantienen el suelo ardiendo hacen que sea muy difícil la labor de los brigadistas, lo que torna vital la labor de las aeronaves que descargan millares de litros de agua en la zona siniestrada.
 
El primer sobrevuelo del avión ruso Ilyushin el lunes sobre Portezuelo, junto con los anteriores del SuperTanker estadounidense _que paró sus actividades por mantenimiento el lunes_ ocasionan un frenesí de alegría en tierra: la gente grita, salta, aplaude, al depositar sus esperanzas en las aeronaves que al humedecer la tierra permite que bomberos y brigadistas forestales se acerquen a los focos de fuego para intentar apagarlos.
 
Los incendios forestales, que recrudecieron a comienzos de año, son los peores de la historia de Chile y se ensañaron con una zona de bosques de pinos y eucaliptos --que ayudan alimentar el fuego-- monocultivo impulsado por un decreto en los primeros años de la dictadura militar (1973-1990) y que nunca fue modificado. Hasta el momento han ocasionado la muerte de 11 personas.
 
Aunque los siniestros no avanzan tantos kilómetros como al comienzo, vuelven a reactivarse una y otra vez y centenares de personas pasan las noches en vela, al lado de baldes con agua dispuestas a defender sus casas como puedan.

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AP
Lunes, 30 de Enero de 2017
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