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Memorias
Partidos internacionales del Cúcuta Deportivo
Fue uno de esos domingos soleados en que la gente gozaba del espectáculo con alegría.
Viernes, 2 de Septiembre de 2016

Durante la década de los años 50, el fútbol no se había popularizado tanto con hoy, sin embargo, la mayoría de los equipos profesionales de los países amantes de este deporte, salían de correría a disputar los partidos de fogueo en el tiempo en que no se realizaban los partidos de torneo. Equipos suramericanos y europeos, incluso las selecciones nacionales aprovechaban los días invernales de sus países para mantener la forma y el estado físico y así poder cumplir con las esperanzas y los deseos de sus simpatizantes.

Incluso en alguna oportunidad narramos las incidencias del “doblemente glorioso”, cuando bajo la presidencia del popular “trompoloco” estuvo por tierras centroamericanas en cumplimiento de una gira internacional, con los resultados normales de cualquier equipo que emprende esa clase de aventuras.

Pero en esta oportunidad vamos a narrar las incidencias de un partido internacional, escenificado en el recientemente acondicionado estadio General Santander, después de más de diez años de permanecer como una cancha de barriada, entre el seleccionado nacional de Hungría y el Cúcuta Deportivo. Recordemos que por esa época, nuestro equipo había contratado buena parte de la nómina de jugadores charrúas, algunos de los cuales habían jugado en la selección de ese país que resultó campeón mundial y que ahora estaban terminando su vida deportiva. 

Fue uno de esos domingos soleados en que la gente gozaba del espectáculo con alegría, esperando que el encuentro le diera a los asistentes las satisfacciones a las que estaba entonces acostumbrados, pues el equipo local, a pesar de todas las vicisitudes tenía su “hinchada” que lo acompañaba con fidelidad. A las tres y cuarenta y cinco minutos de la tarde se dieron cita 15 mil almas que se agolpaban en la graderías (las de sombra, porque las demás eran solamente butacones de cemento con sus respectivos enrejados para evitar que los fanáticos invadieran la cancha). Los equipos presentaron la siguiente alineación: la selección de Hungría tenía a DiLorenzo en el arco, Torok y Uran en la defensa, Mateny, Meszaros y Fusezy en el medio y una delantera integrada por Szoke, Sarossi, Danko, Marik y Nyers; en un claro esquema 2-3-5 netamente ofensivo y característico del balompié de mediados del siglo. Por su parte el equipo motilón presentó la siguiente nómina: Tulic, Terra y Lauro Rodríguez en la retaguardia, Acuña, Magnay y Luz en el medio, adelante una artillería de lujo con Zunino, Abraham González, Toja, Villaverde y De Lucca; el árbitro del cotejo fue el señor J.S. Isom.

Cuenta la crónica deportiva de ese momento que los húngaros la “tuvieron dura” por el juego brusco desatado por el Cúcuta razón por la cual, la crítica fue implacable con el juez (el central, toda vez que por entonces no se tenían jueces de línea, por lo menos en los amistosos) algunos comentarios vale mencionar dijeron textualmente “es censurable la actitud del juez Isom a quien se debe en gran parte los accidentes en la cancha, ya que no fue capaz de cortar el juego brusco y peligroso que se puso en práctica.” Y no fue para menos, por la cantidad de lesionados que hubo en ese encuentro. A la altura del minuto cuarenta y en disputa de una pelota que venía por elevación Terra sufre una fricción con Sarossi quien resulta lesionado en la cabeza y tuvo que ser reemplazado por Hanko. A los 23 minutos de la complementaria, luego de un fuerte “taponazo” del arquero DiLorenzo resultó lesionado por Zunino con heridas en la cara y en el antebrazo izquierdo, razón por la cual fue sustituido por Monsider el portero supl
ente y faltando cinco minutos para la terminación del encuentro se produce la más grave lesión producto de un “encontronazo” entre el uruguayo Luz y el húngaro Nyers quien resultó con fractura de tibia y  llevado al hospital San Juan de Dios; fue suplido en la posición por Drokosi quien pudo terminar el partido tras el desagradable espectáculo ofrecido por ambos oncenos.

A pesar de las actitudes bruscas de los jugadores de ambos equipos, el desarrollo del cotejo fue entretenido y al final del juego, la mayoría de los asistentes salió satisfecha del resultado. Pero veamos cómo se desenvolvió el partido. Las acciones se iniciaron con gran movilidad dando origen a un juego alterno, con incursiones preciosistas de uno y otro bando que al poco tiempo se desvaneció ante el dominio de los locales que lograron armonizar sus líneas con un resultado que no se hizo esperar pues a los once minutos Zunino tira un centro elevado que recibe Toja quien logra burlar la zaga contraria para lanzar un remate que perfora la red contraria. La aclamación del público es delirante, mientras que el equipo de Hungría trata de descontar, organizando peligrosas incursiones y contragolpes que son desbaratas por la poderosa defensa local. No obstante, la ofensiva visitante se emplea a fondo y tras presionar la portería del equipo rival Szoke le sirve inteligentemente un pase a Danko quien de formidable “riflazo” logra el empate con un gol de impecable factura. En la etapa complementaria se producen los primeros cambios en ambos equipos así,  en el Cúcuta Acuña es sustituido por Barbieri y en el rival Zsendler sustituye a Marik. En los primeros minutos nuevamente el equipo de casa ejerce un amplio dominio sobre las huestes europeas que infructuosamente busca la movilidad del marcador, pero tanto la medular como los zagueros pudieron  contrarrestar las arremetidas del contrario. El arquero DiLorenzo fue durante la primera mitad del segundo tiempo la gran figura de la cancha  luciéndose al contener la constante andanada de los delanteros motilones, sacando tiros increíbles que el público coreaba como goles. Sin embargo, después del incidente del minuto 23 del segundo tiempo, en el que salió seriamente lesionado el guardameta DiLorenzo y en el traumatismo posterior sufrido por Nyers, el juego continuó sin ningún lucimiento y por el contrario prevaleció el juego brusco hasta que a la altura del minuto 86, Villaverde, en una jugada personal, burla en primera instancia a Meszaros y logra entrar al área chica desde donde “fusila” al portero suplente Monsider, para dejar el marcador final en el 2 a 1. La crítica deportiva no fue indulgente con el equipo a pesar de la victoria, pues las notas escritas decían “…los jugadores profesionales están en la obligación de brindar al público un espectáculo acorde con sus condiciones para no defraudarlo con demostraciones  bochornosas que ningún honor le hacen a los colores de su equipo.”

Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

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