La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

El récord de Célimo Montes

Era un pedalista de esos que se llaman ‘de resistencia’ o ciclista de maratón.

Comenzaba a despuntar la mitad del siglo XX, por el decenio de los años cincuenta y el deporte más popular era, sin duda, el ciclismo. Con la iniciación de la vuelta a Colombia en el 51 y las múltiples competencias que se programaban en los departamentos, los pedalistas fueron multiplicándose y los héroes del deporte de las bielas eran cada día más populares. Se había desatado una fiebre en torno a ese deporte en casi todas las pocas carreteras del país y en la mayoría de las capitales de departamento se realizaban pruebas ciclísticas con miras a seleccionar a sus mejores hombres para que los representaran en la máxima competencia nacional. Por entonces sólo se competía en pruebas de carretera, no existían los velódromos y los corredores más connotados eran los antioqueños y fue en esa región del país donde más se impulsó ese deporte. 

Claro que esa disciplina, en ese momento daba para todo. No sólo estaban los campeones como Ramón Hoyos o ‘Cochise’ Rodríguez algunos años más adelante, sino que toda clase de personajes iban surgiendo a medida que pasaba el tiempo y ese deporte se hacía cada vez más rentable. Aún recuerdo aquellos pedalistas que se enrolaban como independientes en la Vuelta a Colombia y que corrían con el patrocinio de la Virgen del Carmen y que al finalizar las etapas comenzaban a recoger las ‘ayudas financieras’ para continuar con su peregrinar, todo ello para agradecer ‘los bienes recibidos’ y permitirles continuar en la carrera; casi siempre llegaban en el puesto del ‘farolito’, pues había premios especiales para los que llegaran en el último puesto, hasta que la Federación de Ciclismo cayó en cuenta y los suprimió, para evitar el aliciente que muchos perseguían.

Así que hoy voy a narrarles la historia de uno de esos protagonistas que se apareció por la ciudad en el año 52. Su nombre era Célimo Montes Zuluaga, un antioqueño de Envigado, de 24 años quien recorría el país ofreciendo su espectáculo y buscando batir su propio récord de duración. Ya se había presentado en otras plazas pero su espíritu aventurero y errante, propio de los paisas, no le permitía quedarse mucho en un lugar así que su estancia en la ciudad fue efímera y partió tan pronto cumplió con su objetivo.

Era un pedalista de esos que se llaman ‘de resistencia’ o ciclista de maratón, cuya especialidad era la de permanencia sobre su ‘caballito de acero’. A mediados del año en mención, con el auspicio de la Liga de Ciclismo del Norte de Santander y el apoyo económico de algunas casas comerciales de la ciudad, se propuso batir su propio registro para lo cual decidió que permanecería durante sesenta horas, dándole vueltas al parque Santander. Para el viernes 30 de mayo programó iniciar su llamada, ‘sensacional prueba de resistencia’, no sin antes presentarse en la redacción del principal diario de la ciudad, para la entrevista de rigor que siempre hacía en todas las ciudades a las que llegaba y que le permitía tener la acogida y despertar el entusiasmo de las gentes y sus medios. La prueba comenzó a las ocho de la mañana y duró hasta las ocho de la noche del día domingo 1 de junio. En esa época no se tenían jueces ni protocolos que permitieran un estricto seguimiento, aunque sí había testigos, sobre todo de los med
ios informativos, quienes vigilaban y daban fe de la autenticidad de los registros. En nuestro caso, los cálculos realizados dicen que el ciclista recorrió 2.880 veces el circuito del Parque Santander y que después de un riguroso chequeo se constató que había recorrido 1.752 kilómetros, aunque el récord impuesto no hacía referencia a la distancia recorrida sino al tiempo que había permanecido sobre la bicicleta. Estos datos quedaron a disposición de la Liga y quedaron como parte de la memoria de sus actividades, que dicho sea de paso, eran bastante frecuentes entonces.

De este personaje del recuerdo no quedó mucha información en la ciudad. Su objetivo siempre fue recorrer ciudades y países con el ánimo de progresar en su propósito de establecer un registro mundial que tuviera ese reconocimiento y parece que así lo logró.

Haciendo un seguimiento de sus movimientos, al parecer partió hacia Venezuela y luego hacia el sur del continente, donde cada día mejoraba sus registros y era muy apreciado entre las gentes de los medios, pero especialmente de la radio. Primero estuvo de paso por Ecuador, en donde protagonizó unas pruebas en las principales ciudades y luego de su paso por Perú, país en el cual no tuvo mayor recibo, se trasladó a Bolivia, en donde desplegó todas sus habilidades en las pruebas de su preferencia, recibiendo de sus admiradores recompensas gratificantes y jugosos premios económicos que le permitieron llevar un tren de vida bastante cómodo. En Argentina, el presidente Perón le obsequió un carro cero kilómetros como premio por sus triunfos en esa nación.

Sin embargo, el país que lo acogió con mayor interés y donde obtuvo los mejores beneficios fue en Brasil. Allí no solamente fue coronado como ‘el rey del pedal’, sino que sentó cabeza, siendo atrapado por las redes del amor. Fue en junio de 1956 en que su fama llegó a lo más alto del pedestal. A raíz de la conmemoración del centenario de la fundación de Ribeirao Preto, además de los actos tradicionales como el reinado de belleza, los bailes, desfiles y el infaltable cotejo futbolero, Botafogo versus el Comercial FC, los equipos locales, y la entrega de galardones y premiación de medios a personajes y especialmente a locutores, lo que más llamaba la atención era el desafío del colombiano quien había prometido batir el récord mundial de 100 horas seguidas, ininterrumpidas, en la plaza 15 de Noviembre, la principal de la ciudad. 

Al año siguiente, se casó con la española Luzdivina Pérez González, de quien había quedado prendado en Araçatuba, en los tiempos en que hacía una de sus competencias, esta vez de 120 horas. 

Este matrimonio le permitió legalizar su estadía en el país, ya que había ingresado como turista y por su permanencia irregular en el país debía mantenerse aislado y evadiendo la acción de las autoridades para evitar su deportación. Situación bastante incómoda cuando se trataba de presentarse en los lugares donde se promocionaba, pero que con la complicidad de los mismos agentes del orden con quienes había establecido amistad, lograba su cometido. Su récord personal fue establecido en 1958 con 150 horas (6 días y 6 horas).

En 1971 abandonó a su mujer y a sus seis hijos y desapareció. Fue localizado veinte años después en Bahía, tiempo durante el cual tuvo otros ocho hijos con dos mujeres. Murió en 1998 a los 69 años en la ciudad de Feira de Santana.

Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

Viernes, 20 de Enero de 2017
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día