La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
Los insensibles
El Club de la Tercera Edad, está casi muerto, víctima de la corrupción que impidió que lo construyeran bien.
Lunes, 27 de Febrero de 2017

Volviendo al caso, el Club de la Tercera Edad, está casi muerto, víctima de la corrupción que impidió que lo construyeran bien, y de la negligencia, que le dio paso al silencio y a la connivencia, en fin, a la complicidad más vergonzosa.


No hay duda de que, cuando ejercen el poder que les confieren los votos, los políticos se convierten en seres insensibles, entes acorazados de duro metal que los hace inconmovibles ante todo aquello que signifique satisfacer las necesidades más urgentes de las gentes.

En 2011, la administración municipal de entonces, contrató la construcción de lo que iba a ser el Club de la Tercera Edad en Atalaya. La intención era darles a unos 40 mil viejos cucuteños un lugar de esparcimiento dónde poder estar con sus coetáneos y alejarse del mundanal ruido.

Pero, hoy, la construcción desaparece, lenta pero inexorablemente, tragada por la maleza, bajo un espeso manto de desidia e irresponsabilidad de funcionarios municipales de todos los niveles, mientras a los viejos los matan el aburrimiento y el esplín, solitarios en su casa, y otros, más necesitados todavía, mueren con todas sus miserias expuestas en cualquier esquina de esta Cúcuta indolente e indigente.

El club lo contrató el Departamento Administrativo de Bienestar Social, pero hoy en la Alcaldía a nadie le importa qué futuro tenga la construcción. ¿Qué pensar de un gobierno local si la actual jefe del departamento, Indira Pérez, dice no tener la menor idea del club?

Según denuncia periodística, Pérez “aseguró que la única información que tenía era que la estructura estaba que se caía y que Contraloría estaba investigando”.

¿Para qué más muestras de indolencia, de negligencia, de irresponsabilidad que esta? Si esa funcionaria, a cuyo cargo tiene que estar el club, pues fue una de sus antecesoras en el cargo quien lo contrató, no sabe nada, entonces ¿quién sabe?

Al menos se conoce que Taíz del Pilar Ortega, quien contrató la obra, olvidó pedir que conectaran los servicios públicos. De esta negligencia se sabe algo. Como también, de la del otro jefe de Bienestar Social, Jorge Acevedo, que también olvidó algo importante: hacer efectiva la póliza de garantía, algo que no le impidió buscar, por fortuna sin éxito, la Alcaldía local. Pero nada más se sabe. Nadie dice nada.

Nadie responde por esa obra ni por el dinero de los contribuyentes dado de alimentación allí a la maleza: ni la alcaldesa de la época, que ordenó contratarlo, ni la jefe de Bienestar Social de entonces, menos la de ahora, ni el alcalde pasado ni el actual, ni el contratista... Nadie.

Mucho menos los entes de control, amañados como están algunos de ellos, al punto que permiten contratar a dedo a los amigos del contratante, así los pocos beneficiados tengan antecedentes que los dejarían muy mal parados en otras partes, no aquí, donde hay una connivencia insuperable en todos los niveles burocráticos.

Volviendo al caso, el Club de la Tercera Edad, está casi muerto, víctima de la corrupción que impidió que lo construyeran bien, y de la negligencia, que le dio paso al silencio y a la connivencia, en fin, a la complicidad más vergonzosa.

Temas del Día