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Editorial
Días para pensar
Y lo mismo vale para todos los colombianos, la mayoría de los cuales solo tendrán tiempo para soñar en lo que quisieran hacer y tener. 
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Miércoles, 12 de Abril de 2017

No son, realmente, tiempos de reflexión, estos que corren. Y menos, para que buscar soluciones para otros, como sería el caso de los administradores de la cosa pública. Son tiempos de distracción, de turismo, de estar en casa haciendo lo que sea, menos reflexionar, meditar. Son días libres para el relax.

Sin embargo, no sobra sugerirles a los gobernantes que, mientras descansan de los embates de las olas en la playa, mientras reponen energías luego de un día de compras o mientras calman la resaca, reflexionen un tanto sobre el país. No en torno de los problemas, que todos conocemos en detalle, sino sobre las soluciones.

Y lo mismo vale para todos los colombianos, la mayoría de los cuales solo tendrán tiempo para soñar en lo que quisieran hacer y tener. Pero, entre sueño y esperanza, después del frugal almuerzo, quizás tengan unos minutos libres para dedicarlos a pensar un poco más a fondo.

¿Qué hacer, por ejemplo, no con la corrupción, que siempre estará ahí, en espera de que alguien se la apropie, sino con los corruptos, que en este país son ya incontables? ¿Reelegirlos, cuando sea la ocasión y como es costumbre? Pensemos…

Y con quienes buscan a cualquier precio frustrar el endeble proceso de paz, ¿qué hacer? ¿Quizás, hacer chistes para las redes sociales con cada palabra, cada actitud de estos personajes, y de esta manera reforzarles su imagen y su discurso, y ayudar a empujar la paz por el despeñadero? Pensemos…

¿Qué hacer con tanto tiempo dedicado a debatir en torno de Nicolás Maduro y la revolución bolivariana y socialista, que, para ser sinceros, nada le quitan ni le ponen a la realidad colombiana, como está demostrado hasta la saciedad desde el cierre de la frontera, que ni sepultó a Cúcuta, como previeron, ni la puso de rodillas, como lo desearon? Pensemos…

Ya sabemos lo que pasa con los bosques y la deforestación, con el sistema de carreteras, con las calles destrozadas, con el contrabando y el espacio público, y con el sistema de salud y la educación y las obras inconclusas, y lo que queda de ríos y quebradas… ¿Por qué no dedicar unos minutos, muy pocos, a pensar en lo que cada uno hará, como persona, para cambiar esta realidad? ¿Por qué no...?

Lo primero que se debe hacer para cambiar el mundo, sugieren los expertos, es cambiar uno primero. Y cambiar, en nuestro medio, significa comprometerse más con la sociedad y denunciar todo lo que no esté de acuerdo con las leyes, sin importar quien deba ser sancionado; significa elegir a los mejores, no a los mismos de cada elección; significa: respetar a los demás y a las leyes, hacer lo que se tiene que hacer en el trabajo, en la calle, en todas partes; reclamar lo que es justo, como el espacio público para todos o la justicia o la salud o la educación.

A partir del lunes, nada habrá cambiado. La realidad no se puede revertir en una noche. Pero, si hubo minutos para pensar, quizás cada persona se sentirá un poco diferente, y lo que haga podrá generar algún impacto positivo, y el objetivo de estos días santos se habrá alcanzado. Así que, todos, a pensar unos minutos.

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