Los ojos de Zusele González se llenan de lágrimas al pensar que sus gatos pueden ser envenenados...
Y todo, porque recibió una amenaza anónima en donde le piden que solucione la situación de los animales o van a tener que “ayudarle a desaparecerlos”.
La nota que recibió está firmada por los vecinos de la avenida 7c con calle 5 en el barrio Prados del Este, donde González vive hace 13 años.
“Tengo miedo por mí y por mis gatos”, dijo González. “Ellos no le hacen daño a nadie, comen aquí y se la pasan aquí”.
Los vecinos manifestaron que debieron poner mallas en las rejas de sus casas para evitar la invasión felina.
“Violan (los gatos) nuestra privacidad, por eso todos hemos puesto mallas, porque no tenemos por qué aguantarnos gatos que no nos pertenecen”, dijo un vecino.
Además, denuncian que los gatos defecan en sus techos, materas y porches, y que allí nadie más tiene gatos.
A la pregunta sobre quién pudo enviar la nota, dicen que no saben y admiten que “no es la manera de solucionar el problema”.
Por otra parte, González afirma que ningún vecino se le ha acercado de manera amable a pedirle resolver la situación.
Juan Carlos Oregón, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio, dijo no tener conocimiento de lo sucedido.
Problema de salud pública
Cualquier persona puede tener hasta tres mascotas en zona urbana, siempre y cuando, no pertube a los demás.
Tener más de esa cantidad, viola la ley 9 de 1979 que prohíbe tener criadero de animales en casas pequeñas.
Según el intendente Policarpo Leal, del grupo de protección ambiental y ecológico de la Policía, al tener tantos animales se está violando el derecho de los vecinos a vivir en una ambiente de paz y sano, derechos consignados en el artículo 79 de la Constitución Política de Colombia.
Asimismo, no tenerlos en una finca o refugio, amerita que se declare problema de salud pública, porque pueden transmitir enfermedades.
Es ahí, cuando entra a actuar la secretaría de Salud, que en una visita se encarga de verificar el cumplimiento de parámetros como que los animales permanezcan dentro de la vivienda y tengan areneros cada uno de ellos, entre otras exigencias de ley.
Según Leal, la ley de protección animal entra a actuar cuando se tiene al responsable de la falta, lo que significa que si los animales son envenenados y no se halla al responsable, nada puede hacer la autoridad.
De todos modos, González sigue temerosa de que un día de estos no vea más a sus gatos.
La Opinión
