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¿Y de la gasolina qué?
Muchas estaciones alegan que sus cupos se han agotado y que no reciben el combustible a tiempo o en la cantidad prometida.
Sábado, 19 de Septiembre de 2015

Resulta preocupante e injusto, que además de los múltiples problemas que ha generado el cierre de frontera a la ciudad y la región, se sume ahora el desabastecimiento, o la falta de compromiso del gobierno central a través de su Ministerio de Minas, o la especulación propiciada por los dueños de estaciones de servicio, o todo esto junto, para agregar otro factor más de perturbación para la cotidianidad de las gentes de esta zona del país en lo que resulta una verdadera tortura las enormes colas al rayo de sol que deben padecer los cientos de propietarios de vehículos particulares y de servicio público, para poder acceder a aprovisionarse del combustible. 

No es posible que se agregue otro karma insoportable a la vida de los habitantes de la frontera quienes se ven obligados a soportar horas y horas de espera en una pérdida de tiempo ridícula que altera sus trabajos, su productividad y su psicología en estas colas propiciadas por la negligencia de las autoridades, y el despotismo e ilegalidad de algunas estaciones que están haciendo negocio con el combustible subsidiado acaparándolo y vendiéndolo a otros departamentos.

¿Dónde quedaron las promesas presidenciales que en la región no se iba a padecer de escases de gasolina, y donde están las autoridades locales para hacer cumplir las leyes y las normas a los expendedores de combustibles? La felicidad duro pocos días, y después que se ordenó a las estaciones trabajar las 24 horas, ya volvieron a laborar solo el día y parte de la noche. 

Esto, aunado a que muchas estaciones alegan que sus cupos se han agotado y que no reciben el combustible a tiempo o en la cantidad prometida, cambió el panorama de la ciudad donde como en el vecino país, las colas aquí se hacen para acceder a la gasolina y allá para alimentos y productos de primera necesidad.

Debo decirlo desde esta tribuna, señores dirigentes regionales y autoridades nacionales: La ciudad y la región no aguantan más consecuencias del actuar político y económico de esta dirigencia y de la del mal vecino que nos tocó padecer. La población merece  atención y soluciones reales y efectivas más allá de una simple declaración de un funcionario en los medios de comunicación en el sentido que todo está bien y que “gasolina hay suficiente”. Esto es una mentira descarada y no pueden sustraerse a la realidad que atropella a diario a los pobladores de esta zona de frontera.

No pueden seguir gobernando desde las cómodas oficinas con aire acondicionado pagado por nosotros, y aprovisionando sus vehículos oficiales y privados en estas estaciones, muchas de las cuales incumplen la ley, sin necesidad de esperar horas enteras en una cola de pesadilla; mientras el resto de los mortales debemos vivir como ciudadanos de tercera, en una ciudad que vislumbra un futuro incierto, si el ejemplo que tenemos ante nuestros ojos es esta realidad miserable.

Las estaciones se volvieron unas mini repúblicas, que de un momento a otro adquirieron un poder desaforado, alimentado por la necesidad del pueblo, y alcahueteado por algunas autoridades, y sin importar para nada la grave situación de la región están aprovechándose de la especulación y de la ilegalidad que tanto se quiere acabar con los pimpineros. Señores así no hay quien acabe el negocio del contrabando de hidrocarburos, ni la costumbre atávica de comprar a estos reyes del rebusque y la informalidad.

Así como el señor Alcalde actuó de manera valiente denunciando ante la CIDH los atropellos de los colombianos por el gobierno Maduro, así también estamos esperando resultados inmediatos en esta problemática acuciosa.

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