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Columnistas
Tolerancia-apatía y engaño
En Colombia todos hablan de “engaño” y los que lo practican se creen más inteligentes que los demás.
Martes, 4 de Abril de 2017

Amables lectores: La comunicadora manizaleña Daniela Mejía expresa: “No dejemos pasar, con total indiferencia, los escándalos de los últimos días, donde el país ya no cree en nada y solo se guía por el pesimismo”. “Abandonemos el sentarnos solo a criticar y pensar que todo está perdido”. “A las dificultades hay que verles el lado positivo”.

No imitemos a los venezolanos, quienes en forma indiferente vieron como Chávez se comportaba como un dictador, cerrando medios de comunicación, expropiando bienes de la empresa privada y así destruyó la economía del país.  ¿Pero qué hicieron esos ciudadanos para evitar ese desastre?  Nada, se quedaron pasivamente en casa, criticando a quienes hablaban del gobierno comunista.  Hoy, esos venezolanos no tiene donde trabajar y si por casualidad tienen trabajo no pueden utilizar el dinero que se ganan porque el desabastecimiento es total.  Evitemos convertir a nuestra Colombia es un Estado fallido.

Pongamos en práctica la frase inteligente de Mandela, presidente de Sudáfrica: “No me preocupan los gritos de los deshonestos, de la gente sin escrúpulos y de los delincuentes.  Más me preocupa el silencio de los buenos”. 

Dejemos a un lado la apatía y no sigamos permitiendo que nuestros recursos sean dilapidados o regalados a los socios del poder como Reficar- Saludcoop- Navelena- Ruta del Sol- Interbolsa y muchos otros. Obsequios hechos con nuestros aportes en impuestos.

En Colombia todos hablan de “engaño” y los que lo practican se creen más inteligentes que los demás, a quienes ven como bobos y fáciles de esquilmar.

Para concretar y hacer claridad sobre significado de este término, traigo a continuación varias definiciones del mismo,  escritas por Juan Luis Mejía, rector de la universidad EAFIT de Medellín.

Engaño es comparar la jubilación de un congresista con la de un jubilado del común.

Engaño es que el salario mínimo de un trabajador sea menor de $750.000 y el de un diputado $22 millones, pudiendo llegar con viáticos y otras prebendas a $30 millones.

Engaño es que un catedrático de universidad con un miserable contrato de ocho meses en el año o un cirujano vinculado a la salud pública,  gane menos que un concejal.

Engaño es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca al principio de cada legislatura.

Engaño es el que un ciudadano del común tenga que trabajar hoy 45 años para percibir una jubilación y a los políticos les baste solo con dos periodos.

Engaño es que los congresistas sean los únicos trabajadores de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo.

Engaño es el costo que representa para los ciudadanos viajes, comidas, carros oficiales, choferes, viáticos y tarjetas de crédito de la clase política.

Engaño es que nos oculten sus privilegios mientras cínicamente hablan de política social y derechos sociales.

Con tanta desigualdad social en este país es utópico creer en una verdadera paz.  El engaño genera resentimientos, odios y violencia.

No vendamos nuestra conciencia y escojamos como gobernantes a personas con perfil ejecutor y no de promesero de barriada.

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