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¡Sin licencia de locución... ni pío!
Pese a que me tocó retirarme por los compromisos académicos, desaproveché gran oportunidad de hablar frente a un micrófono.
Martes, 28 de Marzo de 2017

De nada  me  valió estar  recién graduado de  comunicador social-periodista para  continuar trabajando como  redactor y  reportero en el  informativo “Luces  de  la  ciudad”,  en  Radio  San  José,  de  la  capital nortesantandereana.

La  carencia  de  la  respectiva  licencia  de  locución fue  la  causa para que dejara la  actividad  periodística radiofónica al  lado  del  maestro Cicerón Flórez Moya,  Jaime Calderón (q.e.p.d.), también corresponsal  del  diario  capitalino  El  Tiempo y de Alfredo Díaz  Calderón .

Aunque en Radio  Bolivariana,  la  emisora  de  mi  universidad, la  UPB  de  Medellín, realicé un  programa de  música  colombiana,  “Geografía  musical  de Colombia”, junto  con  mis compañeros más  allegados,  es  decir,  mis “panas”  Carlos Puello, Luis  Fernando Uribe y  Jesús Torres, que  duró  mucho  tiempo  en  la  parrilla,  y  a  que en dicha  radiodifusora  hice  un  noticiero cultural  como  prácticas ; como profesional, era  mi  primera experiencia periodística en  radio.

De manera  simultánea trabajaba en  este  periódico,  cuando don Eustorgio (q.e.p.d.) lo  dirigía y el  maestro Cicerón oficiaba  como  subdirector. Aunque  las  madrugadas me  costaban muchos  esfuerzos,  porque en  el  periódico terminaba los  informes para  las  páginas  departamental y  local en  las  noches, a las  6:00 de  la  mañana  estaba ansioso  por  asimilar y  compartir los  comentarios con los  tres  veteranos  del  periodismo cucuteño.

Recuerdo las  intervenciones  del  exbaloncestista  para  informar y  analizar las  actividad  deportiva  que  se  desarrollaba en  esa  época,  cuya  atención  la  centraba en   el  comportamiento  del  Cúcuta Deportivo. Me  impresionaron las  intervenciones de don  Jaime y  el  maestro Cicerón a  la  hora  de  cuestionar  o  alabar a  los  protagonistas  de  las  noticias  en  nuestro  departamento   y de  los  hechos que  acontecían en su capital.

Mi entusiasmo y  exigencia  duró unos  dos  meses. Con   preocupación  y consideración,  entre  los  dos me prepararon  para  decirme que  no  podía seguir en el  noticiero porque  la  monitora  del entonces  Ministerio  de Comunicaciones había  exigido  que  presentara  la  licencia de  locución,  que  obviamente  no  tenía.

Sin embargo,  con  mi tarjeta  profesional de  periodista y  sin la susodicha licencia,  después  de salir  de  Cúcuta, en  esta  ciudad dirigí el  noticiero de  Radio  Catatumbo,  en  Medellín trabajé   como  reportero  de Radiosucesos y  coordinador  de  Nocturna  RCN,  pero  el temor por  la  violencia  que  desató Pablo Escobar  me obligó a  renunciar y    regresar a esta  tierra  a  dirigir  el  noticiero “Avance”  de  Radio  Sonar,  de  Caracol, donde  me  tocó observar los  estragos que  dejó el  conflicto  armado.

Y pensar que con  la entrada  en  vigencia  de  la  Constitución Política de 1991,  tanto  la  tarjeta de  periodista como  la  licencia  de  locución ya  no  son  necesarias para desempeñar la  profesión que  se  volvió oficio y  para hablar frente a  los  micrófonos  de  una  emisora.

Por  el  contrario,  ahora el que  cuente  con  el  visto  bueno  de  los  periódicos,  revistas,  canales  de  televisión y  emisoras, puede desempeñarse  como periodista  o  locutor,  sin  ameritar preparación  académica y sin  contar  con  una  voz atractiva  o educada.

Recuerdo la  gran  oportunidad que  me  dio  el  consagrado  comentarista  vallecaucano Wbeimar Muñoz  Ceballos para  hacer  mis  primeros  pinos como  redactor  en  el  reconocido programa  deportivo “Wbeimar  lo  dice”,  al  lado  de  otros  grandes  como  el  narrador Fernando  Múnera  Eatsman y  reconocidos periodistas  deportivos de  la  Capital  de  la  Montaña.

Pese  a  que  me  tocó  retirarme  por  los  compromisos académicos, desaproveché la  gran  oportunidad de hablar  frente  a  un  micrófono, en  uno de  los espacios periodísticos  más  escuchados  en Antioquia,  pero si  hubiese  seguido,  quizá me  habría trancado  la bendita  licencia  de  locución.

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