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Se quiere la guerra

Somos país único donde pueden ocurrir toda clase de extraños acontecimientos.

Aquí tenemos fórmulas para todo. Así como ha habido partidarios de la paz, que hasta pintaron palomitas en el suelo, hay partidarios de la guerra, que aunque no pintan chulos, si se dedican a ponerle palos a la rueda de los esfuerzos que se hacen para acabar conflicto que lleva sesenta años, todo un record en esta materia: es el más antiguo del mundo.

Al hablar de antigüedad es necesario señalar cuando empezó el problema, que ha perturbado la tranquilidad de los colombianos durante 21 presidentes, desde 1946 hasta hoy, sin que a pesar de los esfuerzos de muchos se haya podido erradicar de algunos corazones el odio, el resentimiento, la envidia y lo que mi padre llamaba ‘’la mala leche’, los malos sentimientos.

Infortunadamente, aunque parezca mentira, hay personas que se oponen a los esfuerzos de paz y llegan hasta el extremo de proponer la utilización de banderas y camisas negras, las mismas que usaron los fachistas de Mussolini, Hitler y Franco y que aquí tuvieron seguidores como Álvaro Gómez, quien desfiló con esa prenda.

Algunos me tacharán de sectario, pero es necesario recordar la historia, erradicada de los estudios de bachillerato por despistado ministro de Educación, tal vez el mismo que retiró del pensum el civismo que tanta falta le está haciendo a las nuevas generaciones de compatriotas.

Somos país único donde pueden ocurrir toda clase de extraños acontecimientos. Por esa razón no debe extrañar que alto funcionario, encargado de vigilar el cumplimiento de las leyes, haga todo lo contrario y se dedique a hacer campaña política en la que, por obra y gracia de sus funciones, ha podido sancionar a posibles rivales de sus aspiraciones.

Una de las características de la política en otros países es que se recuerda la historia y hay respeto por las tradiciones y las costumbres. Aquí se nos han olvidado ambas. Con tristeza se escucha a los periodistas de radio y televisión que parecen haber llegado de la luna: no saben nada sobre nuestros antecedentes. Cuando tuve la oportunidad de ser profesor de pichones de periodista descubrí con pesar que los muchachos desconocen la historia. Eso mismo les ocurre a quienes les sueltan un micrófono, especialmente en noticieros dirigidos por una dama, que se distingue por el hábil manejo de los hechos para dar la impresión de que el país está al borde del abismo. Es una exageración bien manejada, que produce réditos políticos al dueño del Ubérrimo. Pero no saben que están llevando a Colombia a sitio que no beneficia a la democracia,  le están serruchando el piso a una tradición política que ha permitido que seamos una ínsula en medio de un mar lleno de peligros que está azotando a nuestros vecinos e inclusive
a naciones consideradas muy civilizadas como Francia y Alemania. Están jugando con candela; se pueden quemar y llevarnos a todos con ellos. El día  en que eso ocurra, no habrá donde esconderse.

P:D. En medio de las malas noticias hay una buena: la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Hillary Clinton, escogió como compañero a un católico que habla español, Tim Kayne, amigo de los esfuerzos de paz. Ya tenemos por quien  votar. GPT

 

Viernes, 29 de Julio de 2016
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