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¿Por qué somos así?

 El problema de Colombia no es de leyes; es de falta de condición humana.

No hay colombiano que no se haya preguntado alguna vez por qué somos como somos. En la mente de cada uno de nosotros, ronda constantemente la necesidad de una explicación lógica que nos permita dilucidar cómo podemos ser tan complejos, desde el punto de vista humano. Ya conocen el chiste: en la repartición de los mares, la naturaleza y la biodiversidad en general, el creador le dio a Colombia esta vida y la otra. No faltó el ciudadano de otro país que se quejara por tan desproporcionada consideración y trato, a lo que Dios sabiamente respondió: “No te preocupes por eso. Llenaré esas mágicas tierras de muchos colombianos y ya verás cómo acabarán con todo”. Es un cuento cruel, pero resume lo que somos: una contradicción hecha nación, una sociedad que se regodea con la tragedia ajena, que se expresa a través de la violencia, que admite la deslealtad como forma de vida y que tiene por virtud la envidia.

Pues bien, hay una ciencia que puede aclarar esas dudas históricas y atávicas, en la medida en que todo lo que queramos saber acerca de nuestra forma de actuar y ver el mundo tiene una explicación científica (como saben, el esoterismo no es lo mío: no creo en nada que la razón no pueda explicar). Se trata de la epigenética que, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es una doctrina según la cual los rasgos que caracterizan a un ser vivo se configuran en el curso del desarrollo, sin estar preformados en el huevo fecundo; es decir, la epigenética hace referencia al estudio de los factores que, sin corresponder a elementos de la genética clásica (los genes), juegan un papel fundamental en la vida de un ser humano.

La importancia de la epigenética no solo radica en la forma en que el entorno influye en la expresión de los genes al punto de ocasionar todo tipo de enfermedades, sino también en la capacidad que tiene el medio de afectar celularmente el comportamiento de una persona. Esta última parte de la epigenética es la que más me interesa para analizar la conducta del colombiano promedio.

Entonces, tenemos que la epigenética es la interacción del entorno (alimentación, cultura, circunstancias de paz o de guerra, música, clima, medios de comunicación, educación, relación con los padres y abuelos, gestación etc.) con los genes. Toda esa atmósfera necesariamente influye sobre los genes, que básicamente no cambian, sino que se expresen de determinada forma, según el entorno en que hayamos vivido desde el vientre materno. Mejor dicho, gracias a la epigenética sabremos por qué sentimos como sentimos, pensamos como pensamos y actuamos como actuamos.

Analicemos el entorno del pueblo colombiano, en el sentido más amplio, en las últimas cinco generaciones, para darnos cuenta cómo ha influido negativamente no sólo en la salud, sino también en el comportamiento humano. Entre una pésima dieta alimenticia, un espiral de violencia delirante y una cultura de la trampa, los genes solo se pueden manifestar en conductas de agresividad, criminalidad, indisciplina, irresponsabilidad y vagancia, entre muchas otras actitudes deleznables. Permítanme ser apocalíptico en cuanto al futuro: no hay manera de que las cosas salgan bien con un ambiente tan nocivo y enfermizo como el que tenemos. El problema de Colombia no es de leyes; es de falta de condición humana.

La ñapa: Desde Bogotá aúpan el escándalo de Odebrecht, para tapar uno mil veces más grave: Reficar.

abdelaespriella@lawyersenterprise.com 

Lunes, 27 de Febrero de 2017
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