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Perfil de un hombre

Destaco en mi padre su apego a la legalidad. En los tiempos de la violencia partidista un agente de la Policía trató de agredirlo.

El pasado 12 de octubre se cumplieron 45 años de la muerte de mi padre Ángel Cicerón Flórez Ibarguen, en Buenaventura. Allí llegó con su familia desde el Chocó y se quedó haciendo vida con sus cuatro hijos y su esposa, siempre  con el ideal de mantener un entorno de querencias. En los años de su juventud los recursos apenas le alcanzaron para estudios básicos, pero fue un autodidacta siempre exigente y esto le permitió dedicarse al conocimiento de la herrería. Asumió ese oficio en forma artesanal. Fabricaba herramientas para trabajos de minería y de agricultura y utilizaba para los procesos de fundición unas instalaciones que se operaban con fuego generado por carbón vegetal. Después cambió de actividad y  puso tienda. Lo hizo en Condoto y posteriormente en Buenaventura, con resultados no siempre satisfactorios. La clientela era pobre y se atrasaba en el pago de los créditos.

Destaco en mi padre su apego a la legalidad. En los tiempos de la violencia estimulada por el sectarismo partidista un agente de la Policía trató de agredirlo. Con mucha firmeza se le enfrentó, pero no con ánimo altanero. Le dijo: “Mire, no haga esas cosas, porque quien va con la ley, va bien”. No era una persona de tropeles y tenía muy claros sus derechos y sus deberes de ciudadano.

También tuvo clara conciencia de sus convicciones políticas. Siempre estuvo en el Partido Liberal y lo defendía aun a riesgo de su propia vida. En la división entre Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay, en los años 40 del siglo XX, se alinea con el primero. El 9 de abril de 1948 fue para él un golpe duro. Y tomó parte en la protesta popular.

Sin embargo ayudó a defender a muchos conservadores para que no fueran  agredidos. Durante màs de una semana le suministrò los alimentos a un vecino que no salìa de su casa por temor a ser reconocido como conservador. Despúes de esa protección el mismo vecino insultó a mi padre en términos groseros con la vehemencia del sectarismo que era silvestre para la época.

Pero el rasgo que mejor define a mi padre fue siempre su bondad. Era generoso y buen amigo. No tuvo mezquindades y todo lo hacía conforme al interés general. En las cotidianas conversaciones entre amigos y familiares aconsejaba no dejarse enloquecer por las pasiones partidistas o no darle validez a las consejas que tenìan como finalidad dañar buenas relaciones.

Lo recuerdo reflexivo, con sus buenas maneras, dedicado a la familia, o preocupado del sufrimiento de la gente perseguida por el Gobierno. Era un hombre de temperamento cordial, mas reaccionaba contra las injusticias o las discriminaciones a que sometìan a los más humildes.

A su familia le dejó ese legado de la rectitud. “No hay por qué hacerle daño a los demás”, decía y le infundía a quienes compartían con él la cotidianidad de la vida la solidaridad, la lealtad y todas las buenas maneras que enaltecen al ser humano.

Puntada

No hace mucho tiempo el hijo de Sergio Entrena, Carlos Alberto Entrena Fernández, escribía cartas contra Jorge Acevedo. No le reconocía ningún mérito para aspirar a la Alcaldía de Cúcuta. Lo consideraba un don nadie. Las cosas cambiaron y ahora él y su padre disfrutan de esa mermelada política. ¿Dónde queda la credibilidad?

Sábado, 17 de Octubre de 2015
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