Todos los días tengo que escuchar a gente que se mete unas mentiras piadosas y otras no tan piadosas, que la mantiene matriculada en la maraña de la mitomanía, también conocida como mentira patológica, cuyo verdadero fin es deformar la realidad. En nuestro país se cuentan por millones las personas que padecen este síndrome, y de alguna manera a la mayoría los enloquece, muchos son enloquecidos por ellos, y definitivamente este resabio afecta permanentemente a la sociedad entera por cualquier lado.
Todos los que engañan hacen creer algo que no es verdad, o no corresponde a la realidad. Los que se engañan a sí mismo son los que cierran los ojos a la verdad, se meten mentiras para hacer más grato el error, y creérselo. La mentira, y el engaño consuetudinario, son comportamientos adversos que hacen las personas para dañar a otros. Es la cosa que se dice sabiendo que no es verdad, con intención de engañar, metiéndole los dedos a la boca a los demás, creyendo que son pendejos y siempre le han de creer.
Hay varios estudios que afirman que 1 de cada 10 adultos padecen de mentira patológica, afectando por igual a hombres y mujeres sin importar su orientación sexual, y en los menores 1 de cada 1000 la padece, encontrando que el 40% de los sujetos estudiados presentaba una alteración del Sistema Nervioso Central. Esto demuestra como los niños son más sinceros y mucho más confiables en sus apreciaciones y comunicaciones; la desgracia ha estado en como la sociedad nos va corrompiendo a medida que crecemos y vamos observando a los adultos con un montón de comportamientos engañosos, fingidos o falsos…y esas conductas en nuestros profesores e incluso en los padres, van haciendo mella y dañando con malos ejemplos la “Tabula Rasa”, es decir la mente vacía, en blanco, sin cualidades innatas como llegamos al mundo; tal como nos lo enseña Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.
La ausencia en nuestro sistema educativo, de una verdadera formación en valores desde la infancia es lo que hace adolescentes y adultos falsos y adictos a la mentira, pero que tarde o temprano…también caerás, amén de que muchos de ellos, al cabo de los años se enloquecen o se suicidan, porque a su consciencia no la pudieron engañar. Si observamos bien, encontramos que la gran equivocación de millones de personas es no aceptar sus errores, equivocaciones o limitaciones, y esto hace que tengan que vivir negando y/o justificando sus comportamientos, como los gatos, tapando una con otra. Son muchos los que viven quedándole mal a otros con promesas que no cumplen, con citas a las que nunca llegan, metiéndoles mentiras a diestra y siniestra, ganándose la desconfianza y repulsión de ellos…y cuando desean resarcir con buenas intenciones u obras el daño causado, ya nadie les cree y se van quedando solos o abandonados como el pastorcito mentiroso por su adicción a falsear la verdad.
El adicto no puede dejar de mentir, pues se ha convertido en una parte de su forma de comportarse y relacionarse con los demás, llegándose a sentir indefenso si no adorna la verdad con mentiras que la hagan más interesante. Así mismo, son muchos los que hacen alguna maldad, conscientes del daño que están causando, falseando la realidad e inculpando a inocentes, como vía de escape para obtener atención e incluso admiración, gracias a su verborrea y “porte distinguido”, pero al ser descubiertos entran en un círculo vicioso que les acaba dejando solos en el laberinto de sus mentiras. Los mitómanos se podrían curar con ayuda sicológica especializada…pero averigüé con algunos colegas en varias ciudades del país, acerca de cuántos políticos han buscado sus servicios profesionales, y la respuesta fue nula, pues ellos solos son los que están convencidos de que nunca le han mentido al pueblo colombiano. Muchas gracias.
