Bien se ha dicho que con la aparición de los nuevos billetes se acaba la política de honrar a los próceres de la Patria grande –Santander, Bolívar, Policarpa Salavarrieta, etc.; o a los literatos, como José Asunción Silva y Jorge Isaacs, y continuamos con los políticos que tuvieron vigencia en el transcurso del siglo XX: Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen, por ahora.
Aunque hay que reconocer que ya fue honrado en los billetes de un mil pesos el líder socialista Jorge Eliécer Gaitán Ayala, quien, camuflado en el Partido Liberal disputó la presidencia de la República con su “copartidario” Gabriel Turbay Abunader, en 1946.
Anecdóticamente podemos señalar que cuando reapareció el billete de un mil pesos, con nuevo diseño, en 2006, nadie advirtió que en el reverso del mismo, debajo del brazo de Gaitán aparece el líder cubano Fidel Castro Ruz, quien el día del asesinato de Gaitán –abril 9 de 1948- se hallaba en Bogotá. Este detalle en el citado billete lo denunció el periodista Carlos Gustavo Álvarez en la revista Semana.
¿Quiénes merecen el honor de aparecer en los billetes? Si me preguntan a mí, ignorando deliberadamente ideologías, diría que la galería es breve:
1. Alfonso López Pumarejo: porque se rodeó de asesores brillantes – como Darío Echandía- que entendieron la República Liberal, el Gobierno de Partido y la Revolución en marcha con la que le “quebró vértebras” a la Constitución de 1886, y así pudo, el pasado viernes hizo exactamente 80 años, estrenar la figura de la expropiación para hacerse a los terrenos de la hacienda El Salitre para crear la Ciudad Universitaria. Además, construyó el edificio de la actual Biblioteca Nacional y creó el Instituto Caro y Cuervo.
Este gobierno reformista de López Pumarejo (1934-1938) tuvo enemigos poderosos, como la Iglesia Católica, porque a dicha Carta el presidente López le quebró la vértebra religiosa; y su sucesor, Eduardo Santos Montejo, un tipo de aspecto pusilánime, fue un férreo opositor de la modernización lopista del país, pero actuaba en cuerpo ajeno.
2. Gustavo Rojas Pinilla: independientemente de la forma como llegó a la Presidencia, la ejerció y la dejó, por lo cual fue juzgado políticamente en el Congreso, hay que reconocerle al General obras que aún perduran: construcción de los aeropuertos Eldorado y el de San Andrés, el Hospital Militar, el Club Militar, la nueva refinería de Barrancabermeja, el Servicio Nacional de Aprendizaje –Sena-, la represa hidroeléctrica de Lebrija, la calle 26 en Bogotá, y otorgó el voto a las mujeres, etc. Fue depuesto por un paro patronal -¡Quién lo creyera!- porque los paros siempre los hacen los trabajadores y el pueblo.
3. Carlos Alberto Lleras Restrepo. Baste con decir que impulsó una reforma constitucional que, según López Michelsen, “nunca fue suficientemente aprovechada”, y una reforma administrativa que no tiene comparación con la de otros gobernantes. Por ello la ley de honores, a raíz de su muerte, lo catalogó como “símbolo de la autoridad presidencial y arquitecto de nuestra Administración Pública”.
Así que son pocos los colombianos políticos que merecen aparecer en los billetes, aunque sería mejor buscar personajes en la ciencia y la investigación, como Julio Garavito, que ya tuvo ese honor.
