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Mano firme corazón grande

Mano fuerte contra el pueblo: Durante estas últimas semanas, el bolsillo de los hogares colombianos sufrió y padeció, casi que parecíamos Venezuela.

Ese fue el lema que llevó a Álvaro Uribe Vélez a la primera presidencia.

Teóricamente, la mano firme, que puede interpretarse como fuerte, sería con los grupos al margen de la ley y el corazón grande con el pueblo. Sabemos que la mano fuerte a los grupos guerrilleros la aplicó, y bien fuerte, con los paramilitares, no tanto. Sin embargo, muchos colombianos piensan que no se le vio el corazón grande, ni siquiera mediano, y que la mano fuerte la extendió también contra ellos, por ejemplo, les quitó derechos laborales, que bien difícil había sido adquirirlos, que no sirvieron para generar empleo, el argumentó que empleó, y si para desmejorarles la calidad de vida y hacer más ricos a los empresarios. Y ni que hablar de cómo manejó ese asunto atroz y perverso de que el ejército asesinara inocentes y los hiciera pasar por guerrilleros: defendió a capa y espada a esos desalmados asesinos que tenían como función cuidar de los colombianos y en vez de eso los masacraban y los vilipendiaban después de muertos.
 
Santos como su discípulo, también aplica dicho lema, solo que él lo ha llevado a un nivel todavía más alto, es decir, mano más fuerte contra el pueblo y corazón más grande con los criminales y los sinvergüenzas. A continuación les presentaré algunos ejemplos de cómo el presidente aplica este lema.   
 
Mano fuerte contra los camioneros: Durante los casi cincuenta días que duró el paro, con tono enérgico y frunciendo el rostro, los amenazó con expropiarles los camioncitos con los que consiguen para alimentar y sostener a sus familias, de judicializarlos y hasta les mandó el ejército para reprimirlos y sacarlos de donde estaban apostados manifestando. Horas después que se anunció el fin del paro, dio una alocución jactanciosa y triunfalista, en la que dio a entender que el gobierno impuso su voluntad durante las negociaciones con los camioneros, y que estos se vieron obligados a aceptar.    
 
Mano fuerte contra el pueblo: Durante estas últimas semanas, el bolsillo de los hogares colombianos sufrió y padeció, casi que parecíamos Venezuela, las alimentos subían todos los días. Esto en las ciudades. En los campos, los campesinos empobreciéndose todavía más porque sus cosechas se les estaba pudriendo al no poderlas poner en las plazas de mercado. Todo lo anterior fue consecuencia de que el gobierno no cumplió sus compromisos con el gremio camionero, pactados durante el anterior paro que hicieron estos mismos.

Corazón grande con los sinvergüenzas del Congreso: Mientras esto sucedía en las ciudades, carreteras y pueblos de Colombia, él, en Casa de Nariño, firmaba el descarado incremento de más de siete millones al sueldo de los corruptos que tenemos como padres de la patria. Toda esa plata que se van a llevar de más esos que van es a dormir a las sillas del Capitolio, podría haberla empleado para, por ejemplo, disminuir el precio de los peajes a los camioneros, algo más justo y loable, mucho más justo y loable, y, también, nos habríamos ahorrado el paro con todas sus consecuencias, incluido un muerto.
 
Corazón grande con la guerrilla: Hace todas las concesiones habidas y por haber para que su cabecillas y comandantes acepten la paz, que podrán participar en política, que no pasarán siquiera un día tras las rejas aunque sean los responsables de crímenes por los que deberían pagar más de mil años de cárcel, que los colombianos los mantendremos, con más impuestos, se estrecha la mano con ellos, manos ensangrentadas hasta la saciedad, pero con los camioneros y campesinos, personas honradas y trabajadoras, no.
 
A esto si se le llama tener mano fuerte y corazón grande.

 

Viernes, 29 de Julio de 2016
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