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Los niños de la guerra
Un país con niños involucrados en la guerra constituye realmente un escenario deprimente y vergonzoso.
Jueves, 9 de Febrero de 2017

Un país con niños involucrados en la guerra constituye realmente un escenario deprimente y vergonzoso.

Las aterradoras escenas de la desmovilización de la guerrilla de las Farc, nos han mostrado unas imágenes conmovedoras, que nos llenan de serios interrogantes sobre todos esos cientos de niños, seguramente miles, que se formaron dentro de una guerra fraticida, muchos de ellos nacidos allí mismo, en medio de las balas, para emprender una carrera con una única alternativa: la de las armas. O tal vez la de la muerte.

Realmente una deuda enorme con toda esa niñez, totalmente incomprendida por sus captores y nunca en capacidad de ser atendida por el Estado para brindarle los derechos a que obliga la Constitución y las leyes. Es decir, unos seres condenados desde el vientre materno a la barbarie y expuestos de manera permanente a toda clase de vejámenes y atropellos.

Ahora nos cuentan los encargados de supervisar el proceso de reincorporación, que existen 80 mujeres embarazadas; que hay 66 niños recién nacidos, y todavía no sabemos bien cuantos menores de edad en total son los cruelmente involucrados.

Es necesario desplegar toda una acción, para que esos niños puedan tener de una vez por todas una formación segura, en las mismas condiciones que todas las personas del común. Que se les permita a sus madres una asistencia digna, en donde reciban atención básica permanente, en donde se les imparta afecto y en donde tengan la oportunidad de crecer con los demás niños, con las oportunidades para abrirse campo en la vida.

En igual forma, todos aquellos que fueron extraídos a la fuerza o con engaños de sus hogares, que puedan hallar la oportunidad de encontrarse con sus padres biológicos y demás integrantes del hogar, para rehacer una vida al lado de su verdadera familia.

Se necesitan recursos logísticos; mucha asistencia profesional, y desde luego, presupuestos suficientes para otorgarles las condiciones que merecen para el desarrollo de una vida digna.

Si estas condiciones no se garantizan, esas desigualdades seguirán enturbiando el proceso y harán que una mancha muy grande empañe también nuestra sociedad.

Reparación es una palabra de moda, y eso es lo que precisamente necesitan todos estos niños, víctimas implacables del cruel conflicto armado.

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