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Columnistas
Las voces de la mentira
Son manzanas podridas de alto efecto contaminador.
Sábado, 14 de Enero de 2017

No son pocas las conductas dañinas de algunos colombianos. Son manzanas podridas de alto efecto contaminador. Y producen males colectivos que pueden ser desastrosos. Lo es el narcotráfico en grado extremo. 

Lo es la corrupción en todas sus variables. Lo es el abuso del poder en sus distintas formas. Unas y otras se encadenan para fines semejantes. 

De esa trama hace parte la mentira, utilizada como arma efectiva para provocar distorsiones e inducir desvíos calculados, que llevan a la degradación o a la generación de situaciones cruciales, en algunos casos, devastadores o ruinosos, en otros.

“Calumnia,  calumnia, que de la calumnia algo queda”, predicaba la godarria colombiana que tenía como propósito político “hacer invivible la república” para pescar en el río revuelto del sectarismo y de la perversidad.

Con intención de estigmatizar a los contrarios, de ocultar faltas graves de otros o de provocar hechos tan macabros semejantes a los llamados “falsos positivos”, la mentira se ha utilizado como arma política con voceros prominentes, quienes enfundados en los privilegios que les da el poder abusivo son capaces de obrar con desfachatez, sevicia y mezquindad al mismo tiempo.

En ese rol están servidores públicos que se vuelven cómplices de toda clase de tretas en provecho propio o de sus compañeros de causa. 

También funcionarios que se prestan para legalizar trampas a fin de despojar de sus propiedades a los legítimos dueños. 

O los testigos falsos que negocian versiones amañadas para poner en el banquillo de los acusados a inocentes marcados por sus odios. La mentira, además, le ha abierto camino a los carruseles de la contratación fraudulenta para facilitar el asalto a los recursos oficiales en diferentes instancias de la administración pública. La promoción y ejecución de proyectos presentados con el señuelo del progreso ha tenido como condimento la mentira. Una especie de coartada para alzarse con el santo y la limosna.

El tejido de la mentira está en las tierras legalizadas para nuevos dueños tras el despojo de que fueron víctimas sus verdaderos propietarios y en la justificación de concesiones a particulares con antecedentes de picardía. Lo fue en la campaña de la tolda uribista contra la refrendación del primer acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana cuando se votó el plebiscito en octubre de 2016. Aparece en la recurrencia y defensa de los concejales de Cúcuta a la complicidad que les cabe por su permisividad a los negocios consumados en detrimento de los intereses de la comunidad local. Las voces de la mentira se escuchan repetidamente cuando se trata de encubrir culpas por actos comprobadamente punibles que comprometen a los altos heliotropos de cuello blanco, los cuales buscan ampararse con el fuero de la impunidad o de la inmunidad.

Esa trama de la mentira no puede seguir ocultando la realidad ni servir de patente de corso a los actores de tantos desatinos que le hacen daño a la nación.

Puntada

La promoción del referendo para decidir sobre las cuestionadas concesiones de alumbrado público y tránsito ya adjudicadas en Cúcuta por la Administración Municipal debe tomarse en serio. Que sea el pueblo el que decida. Pero hay que blindar el proceso contra la estrategia de la mentira y del fraude. La regla es juego limpio.

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