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La solidaridad colombiana

Inclusive, el Presidente Santos se pronunció en favor del ataque que el ejército de los Estados Unidos hizo a una base militar Siria como represalia por el uso indiscriminado de armas químicas contra la población civil. 

Para agrado de todos, el gobierno colombiano ha tenido encomiables manifestaciones de solidaridad con los pueblos y gobiernos que han sido víctimas de desastres naturales o actos terroristas. En las inundaciones del Perú y en las masacres ocurridas en Francia, Suiza, Alemania, Suecia, Egipto y otras más, el Presidente de la República y su Canciller se han pronunciado rápidamente expresando su pesar por hechos tan graves y, en cuanto se ha necesitado, han enviado ayudas efectivas.

Inclusive, el Presidente Santos se pronunció en favor del ataque que el ejército de los Estados Unidos hizo a una base militar Siria como represalia por el uso indiscriminado de armas químicas contra la población civil. 

Pero, de manera inexplicable, frente a la tragedia que vive Venezuela por los actos atroces de su dictadura, el gobierno colombiano es tímido en sus comentarios, si no, complaciente. Los noticieros que se atreven a dar noticias de ese país, pese a la falta de libertad de prensa, y las redes sociales publican diariamente los asesinatos de manifestantes contra el gobierno de Maduro y los atropellos de que son víctimas periodistas, estudiantes, mujeres, ancianos atacados a bala y con armas de diverso tipo.

Y se trata del país con el cual compartimos dos mil kilómetros de frontera y con el que siempre hemos tenido una vida en común. No se puede olvidar que cuando Venezuela era el país más rico de Suramérica gracias a su petróleo, millones de colombianos cruzaron la frontera en busca de trabajo, y muchos se arraigaron allá formando sus familias bajo el amparo del Estado que los acogió como una de las fuerzas de trabajo más apreciadas. 

El régimen chavista busca de cualquier manera permanecer en el poder, y hará hasta lo imposible para no perderlo. Alguna vez, en un discurso político, el señor Diosdado Cabello afirmó que ellos no se dejarán quitar lo que con tanto esfuerzo han conseguido. Se asegura que él es hoy uno de los hombres más ricos de Venezuela. Pues ese régimen atropella a los ciudadanos, amordaza le prensa, viola las leyes y destruye las instituciones ante la mirada impasible de gobiernos que temen, siquiera, criticar esas tropelías.

El desprestigiado Socialismo del Siglo XXI sigue apareciendo en el discurso de varios dirigentes populistas como un ideal político para captar incautos. Y, aunque parezca increíble, es una amenaza latente porque todavía es fácil convencer a otros pueblos de apoyarlo. Por eso resulta al menos inexplicable que el gobierno colombiano actúe de una manera tan medrosa, como si todavía tuviera dudas del desprecio por la democracia que han demostrado los jerarcas de ese régimen. 

Ojalá la voz valiente del señor Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos, OEA, no sea apagada por la diplomacia sumisa de los simpatizantes del gobierno venezolano.

Sábado, 15 de Abril de 2017
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