Con todos sus defectos y detractores de oficio vivimos en un régimen democrático que nos da la oportunidad de estudiar, surgir o escalar profesionalmente y, en muchas ocasiones, se da el caso de ciudadanos que no han tenido la oportunidad de terminar o perfeccionar sus estudios y tienen o han tenido la oportunidad de aspirar a corporaciones públicas y la presidencia de la República. Ningún caso tan elocuente como el de Alberto Lleras Camargo y Julio Cesar Turbay Ayala. ¡Ah!, y dicen que un exalcalde de Cúcuta solo cursó parte de su primaria y es justo reconocer -sin justificar otras conductas- que fue quien le dio un revolcón arquitectónico a la urbe, no para que volviera a ser ciudad sino para que realmente lo fuera por primera vez y siguiera el ritmo.

Al terminar la semana pasada algunos medios de comunicación nacionales dedicaron gran parte de su información a los precandidatos presidenciales que competirán por la primera magistratura en 2018. Aspirantes con y sin respaldo electoral, pero es prueba del régimen democrático imperante en Colombia, un gran patrimonio nacional que debemos cuidar con esmerado celo para evitar que lleguen a Colombia las constituyentes amañadas, la concentración de poder, la negación de certámenes electorales aunque tengan fecha fija, etcétera.

El atributo que debe adornar al próximo presidente de la República es su compromiso sincero con el respeto a nuestro ordenamiento jurídico, devastado en los últimos años por quien debe dar ejemplo efectivo de apego a las fuentes formales de la ley, a las formas predeterminadas que éstas deben surtir para entrar en vigencia. 

Recientemente cité en esta columna una prueba del daño que se promueve desde el Ejecutivo, cuando traje a colación el ejemplo del día en que la Corte Constitucional autorizo el llamado “fast track” o “vía bastarda”, como la califica el exmagistrado Javier Tamayo Jaramillo (Ámbito Jurídico No. 462. Pág. 12), porque ese mismo día -y sin que la providencia hubiera sido publicada en el órgano de difusión de la corporación- en el Congreso empezó el trámite de la ley de amnistía por la “vía bastarda”, a la que ya la Corte le ha ido poniendo talanqueras al advertir la fiesta que quiere hacer la coalición de Gobierno. Ingrato recuerdo y mal legado quiere dejar este gobierno.

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Formulamos votos por la pronta recuperación del doctor Patrocinio Ararat Díaz, para que, vital y saludable, se reincorpore a sus actividades cotidianas.