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En busca de inspiración

Lo único que nos puede salvar de la miseria es la inspiración.

Lo único que nos puede salvar de la miseria es la inspiración.

Me pregunto por qué los colombianos somos tan apasionados en escenarios tan simples de la vida como una pista de baile, pero en situaciones más serias parecemos tan mediocres. Me pregunto por qué, la misma gracia que tenemos al bailar, no la tenemos para construir un país mejor. Es como si a una bailarina le hubieran roto el corazón tantas veces, que tiene miedo de volver a enamorarse.

Me preocupa encontrar la forma de inspirar a un pueblo tan decepcionado. Estoy seguro que lo que Colombia necesita es soñar con determinación, soñar con tanta fuerza que seamos capaces de abandonar la corrupción y la pereza.

Esta inspiración no se encuentra dentro de un partido político de izquierda o derecha. El éxito de nuestro país no está en si sus líderes escriben con la mano derecha o izquierda, el éxito está en la intención que tengan para tomar decisiones. Necesitamos entender las preocupaciones en el corazón de nuestros ciudadanos para proponerles un cambio que los motive lo suficiente para cambiar ellos mismos.

No existe fórmula mágica para inspirar a los ciudadanos, pero si podemos afirmar que un pueblo inspirado es lo que cualquier país o ciudad necesita para trabajar solidariamente. Sin esto, Colombia no habría logrado su independencia de España, Francia no conocería la Revolución Francesa o Bucaramanga no habría elegido a un alcalde no político.

Entendemos que la corrupción es el problema. ¿Pero en qué nos inspiramos para dejar de ser corruptos?

Yo, por ejemplo, decidí inventarme mi propia historia en donde mis amigos son los próceres de la patria. Decidí convertir a personas comunes a mí alrededor en los héroes que la Colombia que imagino necesita. Considero que el primer paso para recuperar la grandeza del país es ver la grandeza que yace en nuestro círculo cercano. Personas que al estar rodeadas por la pereza y mediocridad, no saben el potencial que tienen. Se trata de contagiar a cualquier mortal con la magia que tiene el hombre para imaginar lo que no existe.

Sueño fuertemente en que viviremos en un país donde la creatividad y la gracia que tenemos al bailar, se pueda ver en el emprendimiento, una justicia estatal efectiva o el respeto por las diferencias. Estoy convencido de que podemos construir un país del que no tengamos que avergonzarnos en el exterior.

Sin embargo, aunque la inspiración definitivamente es el principal promotor del cambio, esta no garantiza un cambio positivo. Los colombianos se muestran hartos de vivir en un país en crisis, y el cambio llegará más temprano que tarde. En condiciones así, el poder está susceptible a cambiar de manos. El problema es que existe el riesgo de que caigamos en manos igual o más sucias que las actuales. Podríamos dejar de ser gobernados por corruptos de apellidos tradicionales, para ser gobernados por corruptos de apellidos ordinarios. Al final, la misma vaina. Podemos caer en un círculo vicioso como el nazismo en Alemania o el chavismo en Venezuela.

Los estrategas de un cambio responsable debemos ser muy creativos para competir contra las inspiraciones populistas. Debemos crear una inspiración lo suficientemente sutil para convencer a toda la pirámide social y vencer a los oportunistas vendedores de culebras.   

Como la imaginación que necesita un artista para pintar, los colombianos necesitamos imaginarnos algo auténtico que nos motive a abandonar el egoísmo y trabajar por la sociedad. Una inspiración sobrenatural que nos traiga como resultado más empleo, ciudadanos educados y condiciones de vida más digna para todos.  

A mí me inspiraron mis amigos. ¿A usted qué lo inspira?     

 

Viernes, 17 de Marzo de 2017
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