La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

El verdugo

Todo hace parte de un plan perversamente bien elaborado.

En medio del maremágnum de noticias, de los desaciertos del desgobierno que padecemos y toda suerte de escándalos de corrupción, el país olvida inconscientemente otros temas quizá de más calado y trascendencia para la salud de la República, como decían los antiguos romanos: el arrodillamiento de nuestras fuerzas militares ante quienes han sido los grandes enemigos de la democracia y la institucionalidad: las Farc. No solo se trata del deshonor en el que incurren algunos altos mandos militares que hoy fungen como ujieres de Timochenko y sus camaradas; hay algo aún peor: el desmonte sinuoso del pie de fuerza, así como también la judicialización de aquellos soldados de la patria que han sido héroes a carta cabal. Hacia allá vamos, queridos lectores, y todo hace parte de un plan perversamente bien elaborado. 

Sergio Jaramillo, nuestro flamante Comisionado de Paz, es un hombre que toda su vida ha militado en las causas de la izquierda. El doctor Jaramillo (tiene doctorado) empezó su “rutilante” carrera como director de la Fundación Ideas para las Paz. Posteriormente, fue designado como viceministro de Defensa por Juan Manuel Santos, a la sazón titular de esa cartera, durante el gobierno del expresidente Uribe. Un funcionario ubicado a ese lado del espectro ideológico obviamente no era el indicado para coadministrar la política de seguridad democrática. 

Desde su poderoso cargo, Sergio Jaramillo, apoyado por varios medios “amamertados”, lideró una purga sin precedentes al interior de las fuerzas armadas: los falsos positivos. No estoy diciendo que ese penoso y oscuro episodio no haya existido; solo quiero señalar que el mismo fue instrumentalizado para perseguir, difamar y encarcelar a soldados honestos, valiosos y exitosos en la lucha contra el terrorismo que nada tuvieron que ver con el tema. 

Este era el plan: fabricar una herramienta que les sirviera a las organizaciones de extrema izquierda para desacreditar la política de seguridad democrática, al tiempo que ambientara el camino para el proceso de paz con la guerrilla. 

Por cuenta de los falsos positivos, muchos oficiales fueron defenestrados, la mayoría de los cuales no resultaron condenados. La idea era sacar a los verdaderamente antisubversivos y equiparar a los que delinquieron con los terroristas, para obligar a una salida negociada del conflicto, tal cual está pasando hoy. 

Cuando renunció al cargo, Jaramillo se fue a la embajada norteamericana (la visita fue filtrada en un Wikileak), literalmente a poner quejas. Señaló a los gringos que su renuncia obedecía, por una parte, a la falta de voluntad del gobierno de Uribe para investigar los falsos positivos, y, por la otra, que no estaba de acuerdo con la segunda reelección del exmandatario. Claro, ya estaba en campaña por su auténtico jefe: Santos. 

Desde hace diez años, Sergio Jaramillo empezó a mover los hilos para desmantelar a como diera lugar la fuerza pública y sí que lo está logrando. El Comisionado de Paz será recordado como el verdugo de uno de los pilares fundamentales del Estado. Para tamaña infamia, no hay perdón posible. 

La ñapa I: Ya lo sabía: mal procurador Carrillo. Honra su apellido, que significa “carro chiquito” o, más bogotanamente”, “carrito”. 

La ñapa II: Timochenko sufrió una afección coronaria. Me entero ahora de que tiene corazón. 

La ñapa III: No se preocupen con las encuestas, señores asesores de comunicaciones del Gobierno: el problema no es que ustedes sean malos; el problema es que tratan de vender un muy mal producto.

Martes, 7 de Marzo de 2017
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día