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Con el guayabo a cuestas
Serán cuatro o cinco días en que las mujeres se alzarán la bata y los hombres empinarán el codo hasta que ya no aguante más.
Miércoles, 13 de Julio de 2016

Estamos de fiesta. Serán cuatro o cinco días en que las mujeres se alzarán la bata y los hombres empinarán el codo hasta que ya no aguante más. No aguante más el bolsillo.

Lo de alzarse la bata no hay que tomarlo al pie de la letra. Es una manera de decir que por estos días las mujeres tienen permiso para olvidarse de las ollas, de la escoba y del lavado, para largarse a fiestar. Y los maridos no podrán chistar ni mu, porque ellos lo vienen haciendo todos los fines de semana, sin que nadie les diga nada. A lo sumo, una cantaleta, pero las cantaletas entran por una oreja y salen por la otra.

Bueno. Decía que estamos de fiesta porque el alcalde recordó que nuestras fiestas julianas tienen que ser en julio, y no en agosto ni en diciembre. Julio es julio y las fiestas, fiestas son.

Cuenta la historia que las fiestas julianas en Cúcuta no son de ahora, ni que es un invento de los gobernantes para distraer al pueblo dándole circo, ya que no puede darle pan. No, señores. Las tales fiestas vienen desde mucho antes. Cuando el terremoto, por ejemplo, se dice que la banda municipal deba retretas al medio día para repartir el programa de las fiestas julianas de ese año. Apenas era mayo y ya se estaban promocionando (socializando, dicen ahora) las fiestas de julio.

Pero el cuento de fiestar y emborracharse y pasarla sabroso es viejo, muy viejo. Se sabe que en Roma eran famosas las bacanales, donde las mujeres se alzaban la bata, de verdad verdad.

Lo malo de las fiestas es el guayabo. Y las julianas no son la excepción. Pero como dice el refrán que para mordedura de perro, pelos del mismo perro, así también para un guayabo, otro guayabo. Por eso hay gente que vive como los pájaros: de guayabo en guayabo.

Pero lo bueno de estas fiestas julianas en nuestra Cúcuta del alma, es que no sólo se trata de rumbiar y de jartar. Hay una programación variada y llena de eventos culturales, donde se ve la mano de José del Carmen Ortiz, el diligente secretario de Cultura municipal.

José del Carmen y sus alegres muchachos organizaron presentaciones de teatro, exposiciones de arte, deportes, desfiles, reinados, cabalgatas, conciertos, recitales, festival de colonias, muestras gastronómicas, en fin, será una feria donde hay de todo como en botica y para todos los gustos. Y de noche, los que quieran seguir en la gozadera pueden asistir a los grandes conciertos, cerveza incluida.

La Feria de Cúcuta este año parece estar de rechupete, y lo mejor, es que hay actividades por todos los barrios de la ciudad, de manera que nadie se quede sin su pedacito de fiesta. Con la novia, con la esposa, con la otra, con quien sea, llegó la hora de olvidarse del costo de la vida, del cierre de frontera, del paro de camioneros, de la inseguridad tan macha y de los diálogos que sabemos.

Y si mañana amanecemos enguayabados, pues repetiremos la dosis, que en tiempo de fiestas no se repara, según decían nuestros antepasados.

Yo, por mi parte, prometo solemnemente que en medio del gentío (gentirío decía un amigo) buscaré a José del Carmen y a César, el burgomaestre, brindaré con ellos un aguardiente doble y les daré las gracias en nombre de todo el pueblo. Y que siga la rumba.

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