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Al revés

Nada más inflacionario y empobrecedor que el aumento del IVA a un 19%.

Será mejor que los ciudadanos comencemos a ejercer nuestros derechos democráticos si no queremos pasarla mal, muy mal, en los próximos años gracias al desmadre de los impuestos, sanciones, multas y demás cargas que se nos vienen con la reforma tributaria.

Cuando hablamos de derechos nos referimos al de incidir efectivamente en el sentido en que nuestros congresistas votan  proyectos de ley que afecten negativamente a la población, como es el caso de la venenosa reforma tributaria que asfixiará a las personas de menores ingresos y a las empresas de menor tamaño, como una especie de impuesto a la pobreza.

Nada más inflacionario y empobrecedor que el aumento del IVA a un 19%. Las cosas obviamente subirán de precio al consumidor final, con lo que tendrá menor capacidad de compra para rubros diferentes a los básicos y entonces esos productores y comerciantes verán disminuidos sus ingresos y deberán despedir empleados. Y ni qué decir de los impuestos (monotributo, o tributo mico) y las campañas de ”formalización” que obligarán a los micronegocios de tenderos, peluqueros y otros a afiliar a sus empleados al tenebroso carrusel mensual de pagos por salud, pensión, riesgos profesionales, SENA, ICBF y caja de compensación.  ¡Toda una maravilla!

La reacción lógica ante esto será subir precios y contribuir al caos económico general, con negocios cerrados por quiebra, más desempleo, más pobreza. Pero entonces el gobierno entra dizque a salvar el asunto con líneas de crédito que vienen es a condenar a la gente a ponerse un yugo explotador para no perder sus empresas. Tal cual lo hizo Chávez hace más de diez años, recuerden.

La causa del déficit fiscal del 4% del PIB está es en la corrupción, no en la falta de recaudo. Así como las armas son consustanciales a la guerrilla, la corrupción es inherente al Estado colombiano, un país sin armas y sin corrupción es posible, lo que nos falta es voluntad para luchar contra ello.

Por una vez en la vida hagamos las cosas al revés: tradicionalmente son los políticos los que en elecciones los invitan a ustedes a reuniones  para escucharles sus promesas. Ahora busquen ustedes a ese capitán o líder de barrio y díganle que les traiga al congresista a una reunión para hacerle unas serias advertencias si quiere seguir contando con el apoyo de ustedes. Esto, que acá puede parecer una insolencia, es una costumbre política en las sociedades avanzadas. Es decir, dejemos de cumplir solamente el papel de idiotas útiles de los congresistas y mejor utilicémoslos a ellos, a fin de cuentas no son, pues, servidores públicos?  

O esos señores se alinean con la gente, con el pueblo, o no van más. El resultado desastroso que tuvieron en el pasado plebiscito tiene que enderezarlos. Aunque creo que ha llegado el momento de que hagamos algo bien interesante: reemplacémoslos a todos.  No es tan difícil como se piensa.

Domingo, 16 de Octubre de 2016
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