El 9 de abril de 1948 Colombia vivó uno de los episodios más decepcionantes de su historia. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, un personaje mesiánico en el que guardábamos la esperanza de cambiar el país y darle una cara más liberal e incluyente; marcó a toda la sociedad. No sólo El Bogotazo fue una consecuencia de esto, también hubo hechos violentos en varias regiones del país, Cúcuta fue de las más anárquicas.
Las revueltas del liberalismo cucuteño dejaron decenas de víctimas y grandes cantidades de disparos a manos de hombres armados con fusil. Frente a la Alcaldía gritó la población enfurecida y enardecida por el magnicidio de Gaitán. No se sabe, ni se sabrá realmente cuántos y quiénes fueron las víctimas que dejaron las calles convulsionadas del Centro, de la misma manera en que no se sabe, ni se sabrá sobre las víctimas del conflicto colombiano. El conflicto que inició casi al tiempo que la violencia, casi al tiempo en que cayó Gaitán en esa esquina de la capital donde hoy queda un restaurante y un Mc Donalds.
Precisamente la figura de Jorge Eliécer Gaitán es la que simboliza el Día de las Víctimas en Colombia, un día triste de conmemorar, pero importante para la memoria, reconciliación y no repetición de nuestra patria. Es por esto que el sábado se realizaron diferentes marchas en varias ciudades del país, incluida Cúcuta; donde se congregaron varios grupos de personas, en representación de las más de doscientas mil víctimas de Norte de Santander. Digo que no se sabe cuántas víctimas deja este conflicto, ni en nuestro departamento ni en el país, porque una cosa son las cifras de personas listadas en el Registro Único de Víctimas, y otra muy diferente los números reales de población que ha sido afectada y que tiene temor en denunciar y exigir el restablecimiento de sus derechos.
La Red Nacional de Información sugiere que son 7.675.032 víctimas las que ha dejado el conflicto colombiano, yo pienso que el número asciende a cuarenta y ocho millones, debido a que todos nos hemos visto afectados (directa o indirectamente) por hechos de violencia que todavía dejan huella.
El esfuerzo que hace el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación debemos replicarlo todos. Si queremos paz, independientemente de si se firma un documento entre dos actores armados (uno legal, y otro ilegal), todos tenemos que aportar. Todos hacemos parte de los actos simbólicos de reparación y reconciliación que se hacen en los diferentes eventos que conmemoran las víctimas, como el que se hizo el 9 de abril, en el Parque Santander, donde se dibujó el mapa de Colombia en el suelo y se colocaron pequeñas velas encendidas, iguales a la esperanza que tenemos algunos en que algún día podamos vivir en paz y los episodios dolorosos de nuestra historia, al igual que la violencia contra las víctimas hayan quedado en el pasado.
