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Editorial
La reforma y el empleo
A lo largo de los años, uno de los problemas recurrentes que ha tenido Cúcuta es el de la informalidad laboral que hoy está en el 60,9%.
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Miércoles, 1 de Mayo de 2024

Nos encuentra este Día Internacional del Trabajo en medio de la pérdida de miles de empleos en una Colombia cruzada por las discusiones, advertencias y deliberaciones en torno a una reforma laboral sobre la cual hay más reservas que certezas.

Hoy, el desempleo acaba de marcar una tasa del 11,3%, correspondiente a marzo, que de acuerdo con las propias cifras que maneja el DANE es equivalente a 330.000 personas más que se encuentran sin trabajo.

Esto da una muy mala espina, al confirmar que la economía no tiene la fuerza suficiente para mantener y generar nuevos empleos en el país.

En un escenario de esta naturaleza, ¿qué nos deparará el primero de mayo de 2025 con una hipotética aprobación de la cuestionada reforma laboral impulsada por el Gobierno Nacional? ¿Cuál será la carga que una eventual aplicación de las nuevas reglas laborales implicará para los empresarios, emprendedores y los inversionistas? ¿Cómo estarán las cifras de desempleo en esa época?

Lo cierto es que todas las voces críticas que se han escuchado en relación con la reforma laboral notifican que ni ayuda a preservar el empleo ni tampoco a crearlo y que muy poco o nada hace en cuanto a la desactivación de un problema social de años como es el de la informalidad laboral.

Lo anterior porque en un país en el que buena parte del tejido empresarial lo componen las Mipymes, más exactamente el 93%, no es tan fácil que se puedan absorber nuevos sobrecostos sin que estos lleguen a poner en riesgo la propia estabilidad y futuro de las mismas.

Para sustentar eso, las cuentas que hace el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, arrojan lo siguiente: Si sumamos la disminución de la jornada diurna a las 6:00 p.m. tenemos unos costos extras del 35 %, y si le adicionamos el incremento del pago de los dominicales y festivos, que hoy están en el 75 % y pasarían al 100%, más la disminución de la jornada semanal y el incremento de la semanas de paternidad de 4 a 12 semanas, quiere decir que las empresas se van a enfrentar a un promedio de entre 30 % y 40 % de costos más altos que los del año pasado.

Para el análisis también es pertinente tener presente la consideración del dirigente del comercio que aseguró que desde el punto de vista popular, los trabajadores pueden pensar que es muy bueno tener un aumento en sus ingresos, pero desde el punto de vista de la economía, es una reforma que no está direccionada a que los desempleados puedan tener más oportunidades de trabajo ni que los empleados informales puedan ser formales”.

Como se nota ahí en parte ya podemos empezar una primera futura foto del primero de mayo del año entrante, cuando los analistas que discrepan del Gobierno aseguran que pudiéramos estar en medio de despidos, disminuciones de los turnos de trabajo, reducciones de las horas trabajadas, entre otros hechos. Aquí también cabe una llamativa consideración de la procuradora Margarita Cabello Blanco: “los empleadores del país no son fuente inagotable de recursos; una reforma sin concertación y participación suficiente puede terminar ahogando la economía del país y generando el efecto completamente contrario: más desempleo y mayor informalidad”.

El Congreso de la República, el Gobierno Nacional y la misma clase trabajadora tienen servida la mesa para que de cara al país y mediante el diálogo y los consensos con todas las partes se procure sacar adelante una iniciativa que no vaya a terminar siendo un riesgo para la economía y el empleo.


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